VIVENCIAS
Ognimod otnats: la ciudad bizarra
En un rincón del Caribe llamado Ognimod otnats —léase al revés: Santo Domingo— pareciera que hemos cruzado, sin darnos cuenta, al Mundo Bizarro. Aquí, como en la Tierra 29 de los cómics, las reglas están torcidas, la lógica invertida y lo absurdo se ha vuelto costumbre.
Los semáforos han perdido su sentido: el rojo invita a avanzar, el verde a detenerse. Las bocinas suenan sin piedad. Las aceras ya no son de los peatones: las ocupan motocicletas, zafacones y perros paseados con correa. Así, los caminantes —ciudadanos sin acera— se ven obligados a lanzarse a la calle, esquivando vehículos que no frenan… ni esperan.
La basura no se recoge, se exhibe. El tránsito no fluye, se congestiona con ritmo de resignación. Los centros comerciales brillan al lado de edificios derruidos; restaurantes elegantes conviven con cloacas abiertas. La riqueza y la pobreza se saludan en cada esquina como si compartieran propiedad.
Y en medio de todo esto, la materia fecal de los perros se ha convertido en el obstáculo oficial de las aceras: colocada con precisión desconcertante, exige destrezas olímpicas de salto largo y reflejos felinos.
Podríamos decir que Ognimod otnats es una creación bizarra sin necesidad de rayos duplicadores: bastaron años de abandono, descuido y mucha resignación. Y ante semejante panorama, solo cabe preguntar, entre humor e impotencia: ¿Quién podrá defendernos… Superman o el Chapulín Colorado?
En el Mundo Bizarro de Arreit —la tierra al revés—, el Código Bizarro proclama:
“¡Hacemos lo contrario de todo lo terrenal! ¡Odiamos la belleza! ¡Nos encanta la fealdad!”
Y, al parecer, aquí se cumple al pie de la letra.

