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Lo dejaron solo

Haití está librado a su suerte. La comunidad internacional ha dejado solo a ese país con sus cargas de violencia, hambre, insalubridad e inseguridad.

Aun cuando esa comunidad internacional quisiera ayudar y volcar recursos suficientes para aliviar, al menos, dos de los grandes problemas de Haití, la alimentación y la salud, no hay condiciones objetivas para canalizar esas asistencias.

Y para abrir el camino hacia un plan de estabilización y recuperación de largo plazo, el primer paso sería una intervención militar apabullante para ponerles fin a las luchas intestinas entre las bandas armadas que se han repartido el territorio.

Esta posibilidad sigue siendo incierta, porque ningún país se atreve a meter tropas en ese atolladero ni a pagar un alto precio en saldo de muertes de lado y lado.

Basta recordar que ni siquiera para mitigar los catastróficos efectos del terremoto del 2010, que dejó más de 315 mil muertos, la ayuda efectiva y la prometida nunca pudo llegar ni lograr sus objetivos.

Ahora, con un país sin gobierno legítimo, con decenas de bandas bien armadas y enfrentadas entre sí y una hambruna agravada, más las epidemias que surgen en los ambientes de promiscuidad, la posibilidad de ayudar es aún más limitada.

Las Naciones Unidas andan buscando 51 mil 500 millones de dólares entre sus miembros para ayudar a Haití y otros cuatro países a enfrentar el peligro de una hambruna que afectaría a 222 millones de personas.

No parece muy fácil que la comunidad internacional, que hace frente a problemas inflacionarios, desempleo, crisis migratorias y climáticas, pueda comprometerse con semejante fondo de ayuda para el 2023.

En la medida en que Haití queda aislado de esas ayudas, más hundido en su guerra de baja intensidad de las bandas y en las presiones hacia el éxodo de miles de víctimas de esa crisis, la República Dominicana tendrá más en vilo su propia seguridad interna y soberanía.

Ese dilema, que es el que ha paralizado a la comunidad internacional, es el que va a heredar muy pronto este país, cuando se vea precisado a lidiar solo con una ominosa bola de nieve formada por los que huyen al infierno del hambre y los bandoleros que buscan zonas de profundidad territorial para mantenerse en guerra.

¡Dios nos coja confesados!

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