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Al segundo año

El gobierno entra hoy en su segundo año con el gran reto de ejecutar un conjunto de obras de infraestructura, de la pasada y de la actual gestión, determinantes para sostener el ritmo de crecimiento de nuestra economía.

Todo este esfuerzo habrá de hacerse, sin dudas, con el telón de fondo de la pandemia del coronavirus, causa fundamental de todas las distorsiones que han afectado los esquemas de trabajo, educación, producción, comercio y estilos de vida del país.

En el primer año, el presidente Luis Abinader se ha empeñado en impulsar las inversiones públicas y privadas, sobre todo de manera conjunta en algunos grandes proyectos turísticos, comerciales, obras viales, transporte y energía.

También ha dado continuidad a proyectos inconclusos de la anterior gestión, como ampliación, remodelación y equipamiento de hospitales, obras públicas y edificaciones escolares, entre otras.

Es posible que no hayan marchado a la velocidad deseada, pero en realidad lo más importante es la decisión de continuarlas y, de paso, apurar las ejecuciones de las iniciativas que son propias del programa de gobierno de Abinader.

La mayor parte del primer año ha requerido una atención e inversión mayúsculas para contener el Covid, mediante la adquisición de vacunas y la aplicación de estas a un alto porcentaje de la población.

También ha tenido que lidiar con los programas de recuperación de los empleos, los altos precios de productos de primera necesidad y del petróleo y las necesidades de financiamiento de los productores agropecuarios.

El contexto de la gestión ha sido de crisis por todos los costados.

Lo que importa, en definitiva, es que los nuevos pilares del gobierno, como lo son la administración de una justicia independiente, la transparencia en el manejo de los recursos del Estado y la “tolerancia cero” contra la corrupción administrativa, se mantengan firmes e innegociables por el resto de su período.

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