empezó haina a moler

Aprender del dolor

Aunque estemos lejos, los dominicanos nunca dejamos de mirar hacia nuestra tierra. El 8 de abril nos llegó, desde temprano, la noticia de una tragedia que estremeció a toda la nación. Desde Europa empezamos a llamar, con el corazón encogido, temiendo que algún familiar estuviera en esa fiesta del Jet Set. Ya que donde tocaba Rubby Pérez, se decía presente.

Lo que ocurrió ese día no tiene explicación ni comparación. El país se apagó, un dolor compartido. Las calles se llenaron de silencio, y ese dolor atravesó fronteras. Nos alcanzó a todos los que llevamos a la República Dominicana en el alma.

A veces el dolor no permite ver el aprendizaje. Tal vez es muy pronto. Pero tarde o temprano debemos reflexionar: ¿Qué podemos hacer para que algo así no vuelva a pasar?

Allí estaban dominicanos de todos los niveles sociales, extranjeros, profesionales, trabajadores. Todos unidos por la música, todos expuestos al mismo sistema de salud. En ese momento, nadie era más que otro. Solo importaba salvar vidas.

La Ley 42-01 de Salud lo dice claro: la salud es un derecho para todos, sin discriminación. Pero, ¿Qué pasa cuando ese derecho no se garantiza?

Necesitamos con urgencia priorizar el sistema de salud del país. No solo para evitar tragedias, sino para vivir con dignidad. Desde la promoción de donación de sangre hasta el equipamiento de los quirófanos, cada parte cuenta.

¿Por qué cuesta tanto reformar el sistema de salud? No es un tema económico. Es falta de voluntad, de visión de Estado, no partidario. Ya basta de acostumbrarnos a las carencias.

Nuestros médicos hacen magia con las manos vacías. Pero no debería ser así. La salud debe estar en primer lugar en la agenda nacional.

Paz a los fallecidos. Conformidad a sus familiares. Y que esta herida nos despierte. Porque no podemos seguir viviendo en un país donde sobrevivir depende más de la suerte que del sistema.

Es hora. La salud debe ser prioridad.