Dossier Diplomático

Diplomacia: Primera línea de defensa

En la actualidad, las acciones diplomáticas que los Estados emprenden a través de sus representantes, actuando con el tacto requerido y con la debida firmeza que amerite cada caso, deben ser “la primera línea de defensa” de los Estados soberanos, en el marco del ejercicio de una diplomacia que pueda ser calificada como “proactiva e inteligente”.

Procede precisar que el Estado soberano se caracteriza por no depender de ningún otro orden jurídico estatal, ni de ningún otro Sujeto de Derecho internacional, “dependiendo sólo del Derecho internacional” (J. Barberis).

La soberanía, apunta Carrillo Salcedo, “se nos muestra como un principio del Derecho internacional, símbolo del hecho de que este último opera sobre la base de la coordinación entre los Estados y no de subordinación entre los mismos, y su esencia consiste en el derecho a ejercer las funciones de Estado en un plano de independencia e igualdad respecto de los otros Estados”. En consecuencia, “el principio de no intervención” es uno de los principios derivados de la noción de soberanía.

Fue necesario el surgimiento de la “moderna tesis” del Estado de Derecho para que encontrara cabida el tema de la “responsabilidad estatal”, ya que en el Siglo XIX la noción de la soberanía absoluta del Estado no dejaba campo para concebirlo como responsable ante otro u otros Estados (C. Sepúlveda).

Debe tenerse presente que la guerra “no tiene encaje” en el actual orden jurídico internacional. La utilización de las armas sólo está permitida para la legítima defensa, de modo individual o colectivo.

La Carta de las Naciones Unidas establece que los miembros de la organización “se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza…” (artículo 2, párrafo 4). Igualmente consigna los métodos más apropiados de arreglo pacífico de controversias (artículo 33) y autoriza a sus Estados miembros a escoger el sistema que consideren más adecuado. No obstante, el Consejo de Seguridad podrá instar a las partes a que arreglen sus controversias por dichos medios.

En igual sentido, en el informe titulado “Diplomacia Preventiva: Obtención de Resultados” (2011), el Secretario General de la ONU señala: La diplomacia preventiva es una de las pocas efectivas opciones para preservar la paz. Evidentemente, la mayor rentabilidad de la prevención consiste en las vidas que salva, pero también tiene una rentabilidad económica. Según el Banco Mundial el costo medio de las guerras equivale a más de 30 años de crecimiento del “PIB”, en un país en desarrollo de tamaño mediano. Las sociedades tardan un promedio de 14 años en recuperar las vías de crecimiento original.

En la dinámica actual de la política internacional la diplomacia se considera un instrumento insustituible, por “la validez y necesidad de observar el Derecho internacional, por sus recursos para alcanzar el entendimiento y la coexistencia entre los pueblos y naciones, por sus esfuerzos y contribuciones a la paz y su clara identidad como símbolo y ejemplo al avance de la civilización” (J. Quintana Aranguren/A. Borda/J. Guiron). Constituyendo, todo lo precedentemente señalado, factores imprescindibles en el propósito de crear el ambiente propicio para la consecución de los objetivos de desarrollo de las naciones.

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