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Deslaves que aterran y se ignoran

Luego de las turbulencias electorales dominicanas, da inicio la temporada ciclónica como preámbulo al monzón criollo, que también pasó.

Con nerviosismo, pero no nos preparamos a sabiendas de que el cambio climático trae peores tiempos de acuerdo con los pronósticos del año. Como siempre afectará a todo el mundo sin importar colores partidarios ni religión ni género. Lo que sí aseguramos es que los fenómenos naturales impactarán a las personas en zonas deprimidas.

Las afectaciones son de múltiples maneras, pero en estos momentos nos referiremos a una manifestación devastadora en muchos lugares del planeta, cada vez más frecuente en nuestro territorio, aún siendo de menor magnitud, sin que se contemplen planes para prevenirlos cuando los objetivos de daño son las infraestructuras viales.

Condiciones morfológicas y geológicas en terrenos con gran pendiente generan la ocurrencia de desplazamientos de tierra, lodos, rocas, árboles y hasta edificaciones por la acción de saturación de aguas en los suelos, temblores o vibraciones mecánicas en el entorno. En todo caso, cuando grandes masas se desprenden o deslizan pueden llegar a sepultar ciudades y transeúntes, alcanzando a destruir tramos carreteros y puentes.

Lo usual al final del día: Informes de deslizamientos de tierra, daños a infraestructuras, pérdida en la agricultura, personas desplazadas y desaparecidas, llantos y quejas; contrataciones por emergencia y denuncias por irregularidades en el manejo de los fondos.

Cuando incide directamente en la movilidad, habitual en ciertas zonas del territorio nacional, ya que impide la comunicación normal de comunidades al obstruir los caminos. A este fenómeno se le denomina deslave para lo cual se requiere la participación de especialistas multidisciplinarios a fin de mitigar los daños a las infraestructuras viales y salvaguardar la vida de sus usuarios.

De manera que se convierte en un tema de seguridad vial que debe ser abordado por los organismos competentes, situación ignorada en la República Dominicana, al limitarse a los desbarajustes urbanos del tránsito y la cuantificación de víctimas en siniestros por choque.

Cientos de casos al año se registran en el mundo dejando una estela de víctimas y daños materiales y emocionales. Nuestro territorio no es la excepción, en especial cuando nuestros suelos son erosionados por la deforestación indiscriminada y abusiva, propio del mundo de bajos y medianos ingresos.

Las laderas son amenazadas permanentemente sometiéndose a posibles deslizamientos fatales de materiales cada vez más frecuentes y peligrosos por efectos del Cambio Climático.

A partir de datos georreferenciales preliminares publicados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) se pueden comenzar investigaciones para la identificación de puntos de alto riesgo con el objeto de posible intervención de reingeniería a la comunicación terrestre.

No se conocen advertencias viales en este sentido ni iniciativas para prevenir pérdidas humanas y de bienes en carreteras cuando las condiciones climáticas se extreman asegurando la movilidad, específicamente.

Sostenemos, que la prevención con estas informaciones, debe importantizarse en los planes de rediseño del sistema viario nacional y en las políticas de seguridad vial.

Un programa de geolocalización de amenazas de deslaves constituye una materia pendiente en el país. Las auditorías de carreteras incluirían este capítulo para la determinación, identificación y soluciones a problemas de deslaves soportados con estudios económicos para la conveniente inversión. La Dirección de Minería, si existe todavía, y el Instituto Meteorológico pueden jugar un rol interesante en este sentido junto al Ministerio de Obras Públicas, y el INTRANT como promotor y coordinador del proyecto, estableciéndose procedimientos de alerta a partir de los resultados y buena práctica de políticas de gestión.

Precedentes en las carreteras Sánchez y Duarte causaron mucho tormento en el pasado a la sociedad nacional por los accidentes que se producían y congestionamientos a las alturas de El Número y Loma Miranda, respectivamente.

Las regiones del Sur y del Cibao, así como varias zonas vulnerables del Gran Santo Domingo como producto de deslaves son proclives al vandalismo por obstrucción del tránsito. Otro fenómeno que se genera como parte de un eslabón perdido en: La Movilidad Segura.