OTEANDO
Gestión del patrimonio estatal (2-3)
La creación de instituciones con objetivos misionales convergentes no es una práctica reciente en nuestro país, pero sí más acentuada a partir de lo que Jhonatan Hartlyn llama “la primera ola democrática” (Cfr. expresión contenida en “La lucha por la democracia política en la República Dominicana), merced a la necesidad de establecer espacios donde alojar la clientela que paren las “democracias” en América Latina. A tal punto que, en la especie -al menos en un caso conocido- ha habido serios intentos de reunir, en una sola institución, los objetivos misionales propios de un órgano abarcador de tales objetivos en su conjunto, echados luego hacia atrás por la inercia de políticos que vieron en ello una reducción de sus facultades en la distribución del poder (Cfr. Art.123 de la Ley 108-05 y el Art.1 Ley 51-07).
Fue atrayente la idea de fusionar La Dirección General de Catastro Nacional con la Dirección General de Mensuras Catastrales, porque al menos era un signo de progreso en la idea de concentración de data y los beneficios de funcionalidad que ofrece una plataforma semejante. De modo que la Ley 51-07, devino balde de agua fría a los ánimos reformadores. No obstante, después de hacer dialéctica con experimentados administrativistas como Manuel Fermín Cabral, Juan Manuel Guerrero, Olivo Rodríguez y Eduardo Jorge; asimismo con un agrimensor de la talla de Oscar Ortiz; y de mis experiencias como Director General de Bienes Nacionales, pienso que si no se pudo incorporar la Dirección General de Catastro Nacional a la Jurisdicción Inmobiliaria, valdría bien la pena hacerlo respecto de una verdadera supraestructura orgánica que bien pudiera ser la propia Dirección General de Bienes Nacionales o ser denominada con el nombre que se prefiera. Han sido barajadas las posibilidades de asignarle el rango de Superintendencia de Bienes Estatales y hasta Ministerio de Bienes Estatales; pero lo de “Ministerio” contrastaría con las funciones del Ministerio de Hacienda, respecto del cual, en la actualidad, la Dirección General de Bienes Nacionales resulta área sustantiva.
Pero con uno u otro nombre, lo cierto es que la funcionalidad y utilidad práctica que aportaría la incorporación propuesta es multidimensional. Piénsese, por ejemplo, en el hecho de que, el desempeño de la actual Dirección General de Catastro Nacional, se contrae, casi exclusivamente, al establecimiento de datos catastrales de índole geométrico (físico), geográfico (ubicación) y económico (precio) de los bienes inmuebles.