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la república

Fallece Angelita, la princesa e hija favorita de Trujillo

  • Fue coronada reina de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre en 1955.
Angelita Trujillo nació el 10 de junio de 1939 en el hospital Neville Sur Seine, en París, Francia

Angelita Trujillo, hija del dictador Rafael L. Trujillo,  nació 10 de junio de 1939 LD

En su juventud, Angelita Trujillo era una chica tímida, pero que disfrutó su mundo de fantasías. Describió a su padre, Rafael Leónidas Trujillo, como el mejor del mundo y uno que nunca la maltrató.

La que muchos consideran como la hija predilecta del dictador, María de los Ángeles del Sagrado Corazón de Jesús Trujillo Martínez, falleció la noche del lunes en Miami.

El anuncio fue dado a conocer por su hijo, Ramfis Domínguez Trujillo, a través de X (antiguo Twitter). “Anuncio, con las palabras ‘atragantadas’ en las manos, el sentido fallecimiento de mi querida madre Angelita Trujillo M., mi ángel de la guarda, mi aliada, consejera, una de mis primeras razones de existir”, dijo el político dominicano.

Las últimas palabras que Angelita Trujillo dijo a su padre horas antes de su atentado mortal del 30 de mayo de 1961 fue que se quedara en la capital porque era muy tarde.

Nunca tuvo el valor de ver a su padre muerto, tampoco fue al entierro, se mantuvo en su cuarto y la tenían sedada porque estaba desesperada.

Angelita nació el 10 de junio de 1939 en el hospital Neville Sur Seine, en París, Francia. Su madre es la tercera esposa de Trujillo, María de los Ángeles Martínez y Alba.

Cuando tenía 16 años fue coronada como la reina de la Feria de la Paz y de la Confraternidad del Mundo Libre de 1955.

Tantos eran sus lujos, que su padre puso a circular un sello postal con el sobrenombre de Angelita I. El vestido usado para la coronación era de lujo. Tenía adornos de piedras preciosas y tuvo un costo de 80,000 dólares.

A esa misma edad, también se enfrentó a su padre. “Cuando yo me enteré de una aventurita que tenía mi papá, me lo enfrenté y le dije varias cosas y después que le dije que todo lo que tenía que decirle… Lo regañé. Le dije que qué moral tenía él para regañarnos a nosotros cuando él hacía las cosas que estaba haciendo. Entonces cuando terminé de decirle, le puse la cabeza y le dije y ahora pégame- Y él bajó la cabeza y me dijo: “Mi hija, antes de pegarte mejor me muero”, dijo para una entrevista exclusiva concedida al director de Listín Diario, Miguel Franjul.

Coronación de la Reina Isabel II

Ya a sus 14 años presenció la coronación de la Reina Isabel II de Inglaterra.

En su libro “Trujillo, mi padre”, publicado en 2010, Angelita contó que en marzo de 1953, sus padres le dijeron por teléfono que deseaban que fuera como miembro de la delegación dominicana a la coronación de la Reina Isabel II de Inglaterra, que sería el 2 junio de ese año.

Esa comisión fue presidida por Manuel de Moya Alonso y su señora doña Ana María de Moya. Su prima, Lourdes Marchena, también era otra de las invitadas.

“Les dije que sí y claro que me puse muy contenta”, explicó en su libro.

Ella estudió en el colegio Holy Cross, sin embargo no se pudo graduar. Días después de la invitación, viajó a Nueva York para buscar el vestido y joyas que usaría para la coronación.

Luego regresó a Ciudad Trujillo, y el 26 de mayo regresó nueva vez a Nueva York desde donde iban a salir en el trasatlántico United States.

Contó que la travesía a Inglaterra duró casi cinco días que describió como ¨maravillosos y muy divertidos¨.

En el viaje conocieron al duque de Windsor,Eduardo VIII, y a su esposa Wallis Simpson. “Durante el viaje ellos fueron muy sociables con todos los viajeros; siempre muy finos y distinguidos. Todas las noches se les veía muy felices bailando en el salón de fiestas”, explica en el libro.

A continuación las palabras textuales de Angelita en su libro:

El flujo de misiones especiales llegando de todas partes del planeta era impresionante. Al día siguiente de nuestra llegada comenzaron las actividades para las celebraciones. El día frío y húmedo pero en nada empañó los eventos programados. La coronación fue un espectáculo impresionante, con un desfile a la Abadía de Westminster, una iglesia gótica casi tan grande como una catedral, que es el único lugar donde se llevan a efecto estas solemnidades. El protocolo era formidable, tanto en el acto ceremonial como en la fiesta en el Palacio de Buckingham.

Todos tuvimos la oportunidad de saludar y conversar, brevemente, con la ya coronada, Reina Isabel II, quien a la sazón tenía 26 años y dos hijos. A su lado estaba su esposo, el Príncipe Felipe de Edimburgo recibiendo el respeto de los invitados. La Reina Madre, la princesa Margarita y otros miembros de la familia real de los Westminster recibían también los saludos y respeto de los asistentes. Mi traje para la coronación había sido confeccionado a la medida especialmente para mí, en el departamento de alta costura al estilo europeo de la tienda Saks Fifth Avenue en Nueva York. Era un traje de piel de seda sin tirantes, bordado en perlas, canutillos, etc. y tenía una chaquetita del mismo material también bordada.

Fue una noche para recordar, como un sueño para mí y creo que para todos. Ignoro la edad de algunos jóvenes miembros de las realezas árabes, así como del Príncipe Akihito del Japón. Sin embargo yo no había cumplido los 14 años, por lo que, posiblemente era una de las más jóvenes de todos los presentes, lo que me daba cierto aire de notoriedad y me sentía como un imán atrayendo la vista de todos.

Al día siguiente todas las misiones concurrimos invitados al palacio de Buckingham donde fuimos objeto de atenciones más personales de parte de la Reina, del Duque de Edimburgo y toda la familia real. Don Manuel de Moya era muy experimentado en los ambientes protocolares mientras que yo, gracias a la fluidez en algunos idiomas universales, me fue posible socializar con muchas de las misiones, pero estuvimos mejor ambientados con los grupos de nuestro continente.

Hubo muchas fiestas, almuerzos, cenas y recepciones al aire libre, todos muy elegantes; la mayoría previstas en el programa de las celebraciones. Toda la capital londinense estaba vestida de gala. La embajada nuestra también fue muy pródiga en sus atenciones con nosotros. Meses después, cuando regresamos a la República Dominicana, Pedro de Villena me hizo un retrato al óleo de tamaño natural, en el que vestía el mismo traje con que asistí a la recepción de la coronación, pero sin la chaquetita. Ese cuadro lo conservo en mi residencia de Miami.

Una vida privilegiada

Angelita dice que vivió una vida privilegiada por las atenciones de su madre y el amor de su familia.

Realizó sus estudios en Europa y Estados Unidos y se inclinó por la decoración e hizo un curso de bienes raíces.

Salió del país a los 21 años. Luego de la muerte de su padre, durante el exilio, vivió un año y luego se fueron a Madrid, donde su madre conocía a muchas personas.

“Allí viví 6 años más o menos hasta que terminó mi primer matrimonio entonces vine a Estados Unidos, donde encontré, nos encontramos el coronel Domínguez y yo, nos casamos”, explicó.

Su primer matrimonio fue con el coronel Luis José León Estévez (Pechito), quien se quitó la vida el 7 de mayo de 2010, en su residencia en la avenida Núñez de Cáceres de la capital.

También contrajo matrimonio con el coronel Luis Rafael Domínguez.

Sus hijos son María de los Ángeles, Rafael Leonidas (Ramfis), Luis José, María Mercedes, Luis Jose Ramfis, María Laura, María Julia.

En la entrevista con Listín Diario, Angelita resaltó que su ocupación había sido de carácter doméstico, y se dedicó a criar a sus siete hijos a tiempo completo.

“Llevar el apellido de mi padre es para mí, y afortunadamente para mis hijos, un privilegio y un honor”, dijo en la entrevista para Listín Diario.

Luego del exilio regresó al menos dos veces a la República Dominicana: ambas durante el gobierno de Joaquín Balaguer. Una vez por diez días y otra por un fin de semana donde el coronel piloto Guarién Cabrera.

Balaguer la vio dos veces

En su libro “Memorias de un cortesano de la Era de la Trujillo”, Joaquín Balaguer dice que solo la vio dos veces, el 1 de junio de 1961, cuando fue a presenciar el cadáver de Trujillo, y en 1977, “cuando le extendí un pero para viajar al país y permanecer por tres días en la tierra donde había sido agasajada desde su niñez, como una princesa”.

Balaguer la recibió en su biblioteca, donde recordaron a su padre, Trujillo, en presencia de los restos de la estatua que le fue erigida en San Cristóbal.