Un llamado al respeto, la reflexión y la solidaridad

Todavía el país vive bajo un estado de conmoción y duelo por la tragedia de la discoteca Jet Set.

Con esa profunda herida en el corazón de la nación se inicia el periodo de la Semana Santa, un asueto que no debería desnaturalizarse con excesos y desenfrenos, como ha sido en el pasado.

En medio de este dolor, las autoridades han tomado medidas necesarias para garantizar que la Semana Santa sea un tiempo de reflexión, recogimiento y respeto por las víctimas.

Es imperativo que, como ciudadanos, entendamos la importancia de estas restricciones.

No se trata simplemente de limitar festividades o movilizaciones, sino de honrar la memoria de quienes ya no están y de proteger a quienes aún pueden verse afectados por imprudencias.

Tradicionalmente, la Semana Santa ha sido también un período marcado por tragedias evitables: accidentes de tránsito, intoxicaciones por alcohol y comportamientos que contradicen el verdadero sentido de esta conmemoración religiosa.

Las prohibiciones anunciadas -que abarcan desde la restricción de vehículos pesados hasta el cierre de balnearios y la prohibición de fiestas masivas- no son caprichosas.

Responden a la necesidad de preservar vidas, de evitar que más familias tengan que llorar pérdidas irreparables.

Es momento de priorizar la seguridad, el orden y, sobre todo, la solidaridad con quienes hoy cargan con un dolor inmenso.

Esta no es una Semana Santa como cualquier otra.

El país está de luto, y ese luto debe ser respetado. No es tiempo para desenfrenos, sino para la oración, el acompañamiento a los afectados y la conciencia colectiva.

Invitamos a todos los dominicanos y dominicanas a sumarse al recogimiento general.

Que estos días sean de verdadera reflexión, de encuentro familiar y de respeto por la vida.

La Semana Santa nos llama al silencio, a la pausa y a la fe.

No la convirtamos en otra estadística de tragedias.