Jaime Colson: Oráculo de la belleza artística
Nos encontramos frente a un maestro admirable, singular y exigente de la pintura dominicana que, al momento de crear sus obras, les otorgaba compositivamente un particular placer estético.
Se sabe que fue un maestro radical al poner de manifiesto todas las propiedades de la materia plástica y que fue el primero en establecer en el arte dominicano un mundo gnoseológico en su catálogo de nuevos conocimientos con relación a la semántica formalista.
Teorizaba frente a la materia plástica, por lo que su mundo visual estaba estrictamente relacionado con la figuración geométrica sin importar el tema. Llevó la creación artística al plano del análisis imponiendo también una línea estructural donde sobresale el conjunto de líneas verticales, diagonales y horizontales enmarcadas en la sistemática sintaxis del cubismo y en correspondencia con la desconstrucción de sus planos arquitectónicos.
Por tanto, las representaciones de sus cuadros se basan en una tendencia analítica al estilo de Magritte, quien recurría a la “descomposición-recomposición”, una forma de hacer hincapié en los componentes “sintácticos-pragmáticos”, al estilo de Burgin-Lamelas. Se trata de un discurso plástico orientado a destacar los signos icónicos de los diversos componentes que se destacan en las obras de Colson.
Colson cultivó el cubismo durante su larga estadía en París, y es posible que haya estudiado a profundidad la tesis de D. H. Kahnweiler, “quien ha explicado con detalle este punto de la investigación cubista, llegando a afirmar que “Cuando se introducen así unos detalles “reales”, se consigue un estímulo que lleva consigo imágenes mnemónicas”. Y agrega: “Son éstas las que, combinando el estímulo “real” y el esquema de las formas, construyen en la mente el objeto finito. De esta manera se crea en la mente del espectador la deseada representación física”.
Y añade: “En realidad, no se trata solamente de una “representación física”, sino también y, sobre todo, de una definición conceptual del objeto, muy próxima al procedimiento de abstracción que se verifica cuando la serie indeterminada e infinitamente variable de las experiencias que tenemos de las cosas precipita y coagula en la determinación de un término verbal, en la definición o denominación del sujeto”.
En los cuadros de Colson lo más importante son los signos visuales donde nacen y terminan sus imágenes y la manera en que construye una atmósfera donde las figuras denotan su personalidad y no se salen del contexto-estructura-significado. Así pues, su geometrismo es sintomático por el fenómeno de las composiciones plásticas y psicológicas elaboradas en su grado más intenso.
En las obras de Colson el lenguaje plástico es sustancialmente teórico, analítico y fenomenológico y, desde ese punto de vista resulta inevitable no reconocer esta condición que nos conduce, de manera directa, a las premisas de los símbolos, formas, signos, imágenes y significados. De ahí, lo invariable de su lenguaje hermenéutico y autorreflexivo.
A la hora de pintar un cuadro, Colson sentía una sensación de vértigo, de angustia existencial que lo estremecía, al querer establecer la precisión de sus composiciones y su interés de lograr una catarsis que expresara el contenido real y verdadero de su arte.
Tal es el prestigio de Jaime Colson que es considerado como el artista de mayor dimensión internacional de la República Dominicana. Su fama proviene de haber tenido contactos con famosos pintores de Europa y América Latina, al haber residido por años en España, Francia, Cuba, México y Haití.
Colson es el pintor que más adeptos tuvo por la estructura orgánica de sus obras, penetradas de un geometrismo analógico donde no sobra nada y en el cual establece una línea analítica y una dialéctica conceptual en la que siempre evoca algo distinto.
Jaime Colson, nació en la ciudad de Puerto Plata el 13 de enero del año 1901 y murió en 1975. Desde su más tierna infancia su espíritu y sus acciones fueron inclinándose paulatinamente hacia las artes. Siendo aún muy joven realiza estudios en el área de las Artes Plásticas en Barcelona, España. Entre finales de la segunda década e inicios de la tercera del siglo que corre, estudia en la célebre Academia de San Fernando. Posteriormente, emigra a París. A mediados de los años treinta viaja a los Estados Unidos Mexicanos.
De regreso a Francia, realiza varias exposiciones con gran éxito. Participa con avidez en numerosas tertulias artísticas y literarias. En 1950 regresa a la tierra que le vio nacer. Dirige la Escuela Nacional de Bellas Artes hasta 1971. Difunde desinteresadamente sus técnicas y sus conocimientos. Entre los principales galardones otorgados en reconocimiento a su obra y su talento se destacan: el Premio de Honor del Concurso de Estampas de América (México, 1936); Primer Premio en la VI Bienal Nacional de Artes Plásticas y el Primer Premio de Dibujo en la VII Bienal de Bellas Artes.
La pintura del maestro Jaime Colson simboliza una riqueza multiforme. El realismo dramático, en su exploración y energía gráfica, le permiten simplificar el fondo existencial de los temas tratados por este excelente pintor, cuyos sentimientos adquiridos en París le facultaron tener un pulso creativo espectacular. Las formas cubistas, recreadas en la mayoría de sus obras, contribuyen a sintetizar una extraordinaria fluidez lineal y una robusta grafía. Los temas sociales, de variadas riquezas y recreados desde perspectivas geométricas y poderosa luminosidad, permiten medir los valores plásticos de los mismos. En 1925 expuso en París, Francia, junto a Picasso, Braque y Dalí, entre otros.