Desde mi pluma

¿Y si funciona?

Cada día en la capital comienza con la misma escena de calles congestionadas, bocinas y estrés. Salimos temprano, pero no lo suficiente. Y llegamos tarde, aunque pongamos todo nuestro empeño.

En ese contexto, el anuncio del nuevo horario escalonado en las instituciones públicas, que se aplicará desde el 1 de julio, llega como un intento sensato de erradicar ese caos.

La medida establece dos horas de entrada a las 7:00 y a las 7:30 de la mañana. Además, en entidades con alta demanda ciudadana, se implementarán dos turnos de atención, incluyendo un vespertino que llegará hasta las 9:00 de la noche. La intención es descongestionar las vías, aliviar las famosas horas pico y ofrecer un servicio más efciente para todos.

Es cierto que muchos recibieron esta noticia con escepticismo. Y no es para menos porque estamos acostumbrados a promesas que no siempre se traducen en resultados. Sin embargo, esta vez, me atrevo a ver la propuesta con esperanza, me atrevo a otorgar el beneficio de la duda.

No porque tenga garantías absolutas, de hecho entiendo que deberíamos considerarlo un plan piloto, sino porque puede marcar una diferencia real. Ahora bien, habrá que aplicarlo de manera muy responsable. Se necesita más que una circular, esto va a demandar comunicación, coordinación interinstitucional, muchísimos ensayos de prueba y error y, sobre todo, un transporte público que se adapte a la nueva dinámica, cosa que dudo se vislumbre pronto.

El tiempo es un recurso limitado y valioso. Y como sociedad, hemos permitido que el desorden del tránsito nos lo arrebate día tras día. Esta intención puede ser el comienzo de una nueva forma de movilizarnos donde tengamos más control sobre nuestras horas y menos ansiedad en el camino.

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