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Defender a la nación

Intentar defender los intereses del país, cumpliendo con el propósito de ser ojos, ser voz y ser luz, obliga necesariamente a fijar posiciones frente a las decisiones gubernamentales, que se van tomando en el día a día.

El día de ayer fue un día interesante y retador, con personas distintas y varias veces en el día surgió la expresión y la pregunta a la vez: ¿y qué ganas con eso? ¿Un sufrimiento eterno?

Esta pregunta fue planteada varias veces por personas distintas, que al tener la inclinación de ser pro lo que se haga, induce necesariamente a reforzar el pensamiento y el accionar, y finalmente seguir una línea coherente, como le corresponde a un propósito para el bien.

La inversión de los papeles en nuestra vida cotidiana y el sistema operante, han hecho que el pueblo sea para las políticas públicas y no que las políticas públicas sean del pueblo, por y para el pueblo.

Sustituir el beneficiar al país y sus ciudadanos con políticas públicas, por beneficiarse personalmente a la vez de que beneficiamos a nuestros allegados, se ha convertido en la norma y por eso los grandes despropósitos y burlas que desde el sector público se han hecho contra la nación.

Pero como contra partida a estos enfoques “pro lo que sea, por ser parte del reparto del botín”, a tener la etiqueta de fiel opositor, están los que pertenecen realmente a una parcela política, que se dedican a hacer la contra de todo lo que se hace, porque hay que hacer oposición.

También está el papel del periodista o de la prensa que siempre está encima de todo el accionar público, y pone de relieve tanto lo bueno como lo malo en una gestión de gobierno.

De ahí la estrategia implementada, de alquilar los medios para su beneficio, es decir, para minimizar los impactos de las malas prácticas y maximizar los eventos que puedan hablar bien de la gestión. Una manipulación descarada criticada por todos los dominicanos sensatos en la nación.

Existe una línea muy fina entre los que se oponen porque son oposición, y los que se oponen porque desean beneficiar a la nación. Estos últimos, son capaces de enfocar los problemas, sin pensar en banderías políticas y saben colocar los puntos en las íes, sin importar a quien le sirva el sombrero.

En el fondo de toda esta temática, está el combate a la manipulación de la verdad, el poner en blanco y negro el acontecer nacional, y en dejar de lado las malas prácticas de nuestra desgastada partidocracia, aunque sean las mismas utilizadas en otras partes del mundo.

Latinoamérica ha estado presa precisamente de los malos gobiernos que se han ocupado de devastarle. La ratería de cuello blanco, la corrupción, el aprovechamiento de los poderes públicos para el enriquecimiento ilícito y para la creación de mafias.

Hacer crecer el nido de víboras en estado nación, ha sido la norma y de forma triste, la nación dominicana también compite por los primeros lugares.

Pero siempre ha sido así, ¿porque lo quieres cambiar?, sigue el ejemplo de los demás no seas tonto, estas ladrándole a la luna, me decía un dilecto amigo.

Las veces que nuestra nación ha intentado hacer un alto en el camino, han sido nuevas manipulaciones de la conciencia nacional, con nuevas promesas incumplidas y se repite el círculo vicioso hasta el infinito.

La capacidad corrupta que muchos hemos desarrollado, nos hace pensar exclusivamente en el beneficio personal, aunque sabemos que estamos sumando mas deterioro a la nación como un todo.

Basados en esta norma que casi siempre es acompañada por la célebre frase: ahora me toca a mí, y el apoyo de los siempre aduladores que vociferan: de “no seas tonto aprovéchate”, hemos desarrollado el prototipo de un arquetipo mental compartido culturalmente, por gran parte de la población.

Luego nos damos cuenta que la cosa sigue mal, pero ¿qué importa si ya resolví lo mío?, “el que venga atrás que arree”.

Y ahora cerramos el circulo con las delaciones premiadas, hasta hemos convertido el delito de cuello blanco en un delito mimado por el sistema, legalizado y deseable. Tremendo modelaje de conducta.

Intentar favorecer la verdad, lo correcto, lo ético, lo moral, lo justo, lo noble, lo bueno, como dice el consejo de Filipenses: en eso pensad; convierte necesariamente a los que se atreven a intentarlo, en un opositor fiel y eterno de las malas prácticas y de los que las utilizan.

Intentar influir en los demás para el bien, implica establecer una línea divisoria entre de lo correcto e incorrecto. Cuando hacemos esta distinción, se van separando de forma automática la luz de las tinieblas y quedando en claro, quienes son nuestros verdaderos enemigos, es decir, los verdaderos enemigos de la nación.

Hacer lo correcto implica apegarnos a principios y valores, que adornan la moral y la ética en el que hacer público y privado, no para servir de trompetas mentirosas que intentan soslayar lo evidente, con discursos falaces y medios alquilados para la mentira, sino con la verdad.

Lo que está mal, lo que destruye el país, lo que atenta contra la soberanía sagrada del pueblo dominicano, lo que hace a la familia dominicana más pobre y la lleva a una peor calidad de vida, eso invita al combate sin cuartel, no importa quién sea el gobernante.

Por eso es imposible callar o disfrazarse de ser cuadro político y luego intentar luchar por el bien, la justicia y la verdad.

Ser militante de valores y principios, incapacita de manera casi automática, el ser cuadro de un partido político en la República Dominicana, que solo aúpa a los Yes Men.

La pragmática y dogmatica política permea a todos los partidos sin excepción, llevan a una dialéctica mentirosa y poco meritoria, pues su único propósito es lograr el fin, que no ha sido el bien, pero a cualquier precio.

El día de ayer fue muy interesante. Porque algunos sangramos por la herida y otros que ya hemos definido una zona de confort, hace rato que nos olvidamos de luchar por un país mejor, y con todo nuestro derecho, nos quedamos acuartelados en nuestro nicho, y solapadamente, nos aprovechamos del reparto de los nuevos actores del sistema.

La partidocracia dominicana y el sistema que le sostiene, están viciados y minados de mil artimañas que no tienen nada que ver con llevar al país a lo mejor.

Las posturas de los partidos de oposición lucen tener precio aparente, y se suman al despropósito de Mamón y de Mercurio, cediendo por emolumentos tentadores, su pensamiento crítico y sus luchas aparentes en beneficio del país.

Los mismos novatos que lo han intentado más recientemente, se han convertido rápidamente en estrellas fugaces, que con un solo cruce estelar, ya han dejado de brillar, pues lo que en apariencia eran luces, han quedado develados como más oscuridad.

Otros pensadores se acogen al mismo refuerzo Platónico, indicando que los buenos deben participar en política, para que los malos no sean los que lleven la voz cantante.

En nuestra nación, los malos que al parecer están en todas las cúpulas políticas del sistema, se han encargado de alejar cada vez más, a gente valiosa, pero que proyectan el pecado mortal de tener pensamiento crítico.

De esta forma no serían jamás piedras en el camino, de los que tienen el firme propósito de llegar al poder, para beneficiarse y no para beneficiar a la nación.

Intentar ser ojos, ser voz y ser luz, tiene un precio que puede significar el ostracismo. Esta misión nos permite decir en voz alta: la historia la cuento yo. Y con ello dejar un legado en papeles viejos del acontecer nacional.

La práctica política dominicana ha develado en la historia reciente grandes falsedades y farsantes. La mayoría, luego de una caminata sostenida, solida y con un discurso en apariencia fundamentado en principios.

Los más prestigiosos, cedieron a la tentación de lo material, claudicaron y han favorecido tranquilamente su beneficio personal a cambio de su silencio mortal.

Figuras importantes, de relieve y de gran impacto nacional, han quedado como entelequias intelectuales, calladas por la oferta material y han caído como ídolos falsos del altar.

Todavía quedan algunos que pululan y baten sus alas de maldad sobre la conciencia nacional, pues alguien debe liderar la misión infernal, y mientras se enriquecen intentan callar la verdad con injusticias, tal cual lo denuncian con los ¡Ay!, tanto Isaías como Pablo en las Sagradas Escrituras.

Mostramos una sociedad que pretende estar enriquecida en lo material, aunque empobrecida en lo moral y en el ético, potencialmente sepulcros blanqueados, donde el que menos corre, vuela y donde el tener es más importante que el ser.

Cuando empujamos el caballo para que camine por las rutas del bien, nos hace confrontar con la verdad al cuatrero de turno, y por ello se muestra la etiqueta, que estamos orgullosos de portar. Pues significaría que habremos cumplido con la misión sagrada de intentar ejercer un liderazgo para el bien.

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