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No hay mañana sin hoy

“Cada día trae su afán” es una expresión que llevo toda la vida escuchando, pues era de las que más repetía mi madre, que en paz descanse. Se trata de una adaptación de Mateo 6:34 cuando Cristo nos dice “Por lo tanto, no se preocupen por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya los suyos”.

Aunque siempre valoré el significado de esto, cuando me quedó más claro fue a través de la experiencia que tuve luego de comenzar mi vida política hace ya 17 años. La efervescencia que levantaba en mí el soñar con reconstruir la casa política en que había decidido militar hacía que el recorrido territorial fuese algo para lo que siempre estaba disponible, independientemente de si mi presencia en el terreno sumaba o no pues lo que quería era aprender. Entonces, llegué por primera vez a una provincia del Cibao, donde conocí a un compatriota muy enérgico, pero que compartía reiteradamente preocupación por la salud de su madre entrada en edad.

Aquella conversación se mantuvo constante a lo largo de los años puesto que cada vez que me tocaba volver hacia dicha provincia, el intercambio era casi que invariable, analizar nuestra meta de que el partido tomara un rumbo coherente y luego este repetir su intranquilidad por los achaques de su progenitora. Con el tiempo, ya era yo que iniciaba el tema y era lo primero que le preguntaba, pues sabía que era hijo consternado primero y dirigente político segundo, totalmente entendible.

Por temas que no vienen al caso ahora, pasaron algunos años sin que yo volviese a la provincia, lo cual hice en agenda privada pero siendo ya Viceministro de Relaciones Exteriores. Arribando a la actividad que me convocaba, desde luego pregunté por el compatriota, queriendo conversar de forma amena sobre ese cambio relevante en mi biografía profesional. Recibí entonces la triste respuesta de que este había fallecido en 2020, pero lo que más me impactó fue lo siguiente que escuché:

“.....y triste que está la mamá”

Reaccioné con una mezcla rara de risa por semejante desenlace inesperado y algunas lágrimas que bajaban por mi cara debido al potente mensaje bíblico que me recordó. Este señor, pasó más de una década de su vida preocupado lógicamente por una de las cosas más preciadas que podemos desear, el bienestar de nuestros seres queridos. Sin embargo, probablemente ese afán sobre lo que podía acontecer más adelante, le hizo perder de vista que aunque no podemos perder de vista que hay un mañana incierto, en el trayecto tenemos que vivir el hoy. Tanto a mi madre como al compatriota, que espero estén compartiendo esto en la tierra prometida, les agradezco eternamente por la inolvidable lección.

Es precisamente esta lección la que tengo en mente cuando algunos me preguntan mi opinión sobre el 2028, qué creo que sucederá en el próximo torneo electoral y cuál será mi accionar. A todos les respondo, tal como aprendí también de mi mentor político, que desde luego, las próximas elecciones son importantes, pero primero hay que reformar y transformar el país. Esa es la agenda actual del presidente Luis Abinader, por eso votamos y para eso trabajaremos, pues aunque buscamos incidir en las próximas elecciones, más aún queremos dejarle lo mejor a las próximas generaciones. 

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