OTEANDO

Mañana, el gran día

Todas las cosas que implican grandes decisiones crean entre los humanos tensiones, sobresaltos e incertidumbre. La elección del presidente de un país supone un conjunto de decisiones subyacentes: la elección de un partido, la elección de una visión ideológica -si alguna-, en fin, la elección de lo que se juzga más conveniente en términos colectivos o personales. Mañana los dominicanos irán a las urnas a elegir el presidente que habrá de gobernar la República Dominicana por los próximos cuatro años. Unos diez candidatos terciarán por la presidencia en las indicadas elecciones. Asimismo, los partidos postularán aspirantes a unos 262 cargos de elección popular.

El acto de elegir debería suponer un acervo crítico en el elector tan suficiente como para hacerlo atendiendo a la inmensidad de factores que pueden facilitar el buen desempeño de un gobierno, desde factores endógenos hasta factores exógenos; desde la reputación de probidad hasta las competencias para el Estado de los aspirantes. Por nuestra falta de conciencia, cierta casta advenediza se ha ido apoderando, cada vez más, de importantes espacios de poder a los que van solo a asaltar el Estado, a procurarse privilegios y canonjías. El momento es propicio para producir una ruptura con las viejas formas. Y no me refiero a un cambio de sistema, sino a un cambio en los criterios con arreglo a los cuales elegimos y, por vía de consecuencia, un cambio productivo políticamente, que agregue valor al modelo de gestión de conflictos que caracteriza nuestra política de hoy.

Mañana es, entonces, un día sagrado, porque es el único en que nuestro voto puede contribuir a la mejoría colectiva, que es como decir a nuestra propia mejoría. Lo que aconseja el buen juicio es, pues, ir todos a votar, ir con entusiasmo y decisión, ir como si nuestro voto será el que hará la diferencia entre lo bueno y lo mejor. Pocas veces tenemos esa oportunidad; porque, una vez delegamos el poder en otro u otros, quedamos reducidos al papel de inútiles espectadores del desempeño ajeno. Y la revocación de poder otorgado por el voto sigue siendo un ideal apenas si valorado como opción, habida cuenta de que nuestro sistema clientelar lo aplastaría sin escrúpulos ni piedad cuando haga su primer asomo. Así pues, todo lo que de plebiscitario o referendo revocatorio que tenga o al que aspire nuestro orden, se contrae más concretamente al día de las elecciones. Ve y vota, mañana es el gran día de ejercitar tu más sagrado derecho: el de quitar, poner o ratificar autoridades.