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El mundo desquiciado de Shakespeare y la convicción republicana de Abinader

Por si los desafíos fruto del auge exhibido por las plataformas de streaming no era causa de suficiente preocupación para la industria del cine, el flujo de audiencia post pandémica ha añadido varios otros puntos a analizar. Si bien las grandes propiedades intelectuales siguen recaudando cientos de millones de dólares a nivel mundial, aquellas cintas que no cuentan con una amplia audiencia establecida tienen un camino más tortuoso hacia la sostenibilidad. Pero de vez en cuando aparece una que otra película que si logra buena conexión con el público sin necesidad de apelar al siempre útil mercado de la nostalgia.

Tal es el caso de “Anyone But You”, una comedia romántica que para sorpresa de muchos críticos, ha revitalizado el género, guiada por la carismática interpretación de su elenco, la química que irradia la pantalla y la adaptación del material original de William Shakespeare. Se trata de un argumento inspirado en “Mucho ruido y pocas nueces” o “Much Ado About Nothing”, obra estrenada en el año 1600 pero cuyas citas que adornan parte de la magia de la película siguen logrando buena acogida aún 424 años después.

El dramaturgo inglés, probablemente el más grande de todos los tiempos, no solo adquirió la inmortalidad para su propia figura sino que además creó personajes cuyas historias y frases han marcado para siempre la cultura. En adición a esta exitosa adaptación, los lectores podrán recordar obras como “Romeo y Julieta”, “MacBeth”, “La Fieresilla Domada”, “Julio Cesar” y desde luego, “Hamlet”. Esta última, la más larga de todas y presentada en forma de tragedia, es mayormente recordada por el soliloquio del titular príncipe de Dinamarca sobre el suicidio y las injusticias de la vida.

“Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera fortuna o amarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro”

Incontables escritores han referenciado este memorable discurso a lo largo de los siglos y lo seguirán haciendo probablemente hasta el fin de los tiempos. No obstante, el contenido de Hamlet que quiero ponderar hoy por su vigencia moderna en el mundo polítio es otro, no menos importante ni menor en su significado filosófico. Se trata de la reflexión hecha por el mencionado príncipe tras ser visitado por el fantasma de su padre, el rey de mismo nombre, quien le revela los hechos dolosos detrás de su muerte, instándole a buscar venganza. El protagonista de la tragedia lamenta, a la vez que manifiesta:

“¡El mundo está desquiciado! ¡Vaya faena haber nacido yo para tener que arreglarlo!”

Si procedemos a deconstruir lo expresado por Hamlet, podemos ver que este reconoce un dañino desorden a su alrededor, maldiciendo las circunstancias que lo llevaron a tener un rol protagónico en la lucha por corregirlo, pero reconociendo que no hay nadie más que pueda contribuir con vencer el caos que aflige a Dinamarca. No hay que irse muy atrás en la historia de la humanidad para identificar otros personajes que en vida real no solo analizaron internamente, sino que elaboraron un discurso proselitista en torno a su inevitabilidad como salvadores personales de la nación que representan.

No es algo inédito, todo lo contrario, se trata de una de las tradiciones más arraigadas en la vida pública, pero definitivamente hay un nuevo auge tendiente al personalismo. Este se ve motorizado por las entendibles frustraciones con las lentitudes que trae el proceso democrático, cuyos contrapesos, aunque necesarios para la fiscalización, en ocasiones se asemejan más a la parálisis. Es natural entonces que demagogos de ayer y hoy encuentren terreno fértil para su discurso destruccionista, en ocasiones guiados por un fanatizado pero legítimo sentimiento de responsabilidad, pero también en muchas otras por un deseo de concentrar poderes en su persona.

Friderich Hayek, Premio Nobel de Economía cuyo 125to natalicio se observaba el pasado 8 de mayo, resaltó que no hay justificación para creer que mientras el poder sea conferido por un procedimiento democrático, no puede ser arbitrario. El influyente exponente austriaco adivirtió que no es la fuente sino la limitación de poder la que impide dichas arbitrariedades.

Tras esta mirada al teatro, la política y la economía, nos trasladamos al proceso electoral dominicano de 2024 que como hemos analizado en este espacio que amablemente nos concede el decano del periodismo dominicano, tiene gran significado histórico y estadístico. 100 años de elecciones bajo la Junta Central Electoral (JCE), decimoseptimo proceso de la guerra civil, octavo desde la incorporación del balotaje, el de mayor subsidio electoral para los partidos políticos y posiblemente, el de mayor margen de victoria en una votación competitiva, rompiendo los récords de 1970 y 2016 si nos guiamos por las principales encuestas.

Pero lo más llamativo es uno de los debates centrales, aquel sobre cual es el país que pasaremos a ser a partir del próximo cuatrienio a iniciarse el 16 de agosto. Tras un período marcado por pandemia, guerras e implosión del vecindario, cualquier mandatario pudo haber caído en un pensamiento similar al de Hamlet pues sin duda, ha sido toda una faena. Satisfactoriamente sin embargo, lo que hemos visto es que mientras muchos caen en las garras del autoritarismo con cada elección que pasa, en República Dominicana lo que se evidencia es un resurgir del liberalismo político que inspiró a nuestros fundadores.

Luis Abinader mostró convicción republicana y como candidato ha reiterado que busca establecer límites al poder, de modo que la institucionalidad no dependa de la voluntad de un gobernante, sino que sea cuestión de institucionalidad. La política parece desquiciada como la Dinamarca descrita por Shakespeare, pero su arreglo no depende de un salvador único, sino de procesos que funcionen sin descrecionalidad a la vez que sin esa excesiva burocracia fabricante de corrupción.

El hoy presidente de los dominicanos y prácticamente reelecto para otra gestión, ha mostrado que lidera su equipo, que le pide rendición de cuentas para a su vez poder rendirlas él ante la ciudadanía y que se guía solo por resultados, no intenciones. Acudiré este domingo a darle mi voto por tercera vez desde el año 2016, contento de tener en la boleta un representante de los valores que dieron origen a la dominicanidad y cuyo impacto seguirá marcado la creación de este ciclo con el pensamiento puesto en Dios, Patria y Libertad.

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