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TESTIGO DEL TIEMPO

Peligrosa politización judicial

La actual politización de nuestro precario sistema judicial pone en peligro la frágil institucionalidad nacional. Aclaro, quien robó dinero público debe ser condenado a prisión y se le debe expropiar cada centavo robado.

Quien politiza la justicia contra la oposición, firma su propia orden de prisión, y cuando entregue el poder irá directo la cárcel.

La interrupción de la institucionalidad en 1994 comenzó en 1988 con la condena de Salvador Jorge Blanco, por corrupción.

Si Joaquín Balaguer le entregaba el poder al Partido Revolucioario Dominicano (PRD) en 1994 iría a la cárcel. Por eso creó el “Frente Patriótico” que llevó a Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al poder en 1996; estamos repitiendo esa historia.

Avanzamos como sonámbulos por el mismo callejón que seguimos desde la condena de Jorge Blanco, hasta la interrupción del período gubernamental de 1994. Balaguer salió ileso, tenía muchos recursos y buena suerte. El presidente Luis Abinader no tiene esos recursos, ni esa suerte.

Llevamos tres años arrestando a “políticos corruptos” sin condenas, ahora muchos son liberados. Ninguno de los despedidos por corrupción en este gobierno fue enjuiciado; esto parece una farsa.

Una falsa justicia es tan repugnante como la impunidad.

Es muy probable que Abinader y sus funcionarios sean arrestados cuando salgan del poder. Nadie detendrá esa vendetta; estará cosechando lo mismo que sembró.

Todo se le desmorona ante sus propios ojos. Recientemente, Abinader “ordenó cerrar la frontera”, y pocas horas después arrestaron a un tipo con 18 indocumentados haitianos. El alcalde de Dajabón, del gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM), no confía en el gobierno de Abinader y armó su propio grupo paramilitar para “proteger” su comunidad. Nadie le hace caso.

Desde el gobierno, Abinader muestra muy poco liderazgo. En la oposición será peor; sus disgustados “compañeros” lo abandonarán, sus funcionarios huirán, como huyeron los de Jorge Blanco.

Si pierde la reelección, Abinader debe estar preparado. Su vida de telenovelas puede degenerar en una horrible pesadilla.

Ejercer el poder político tiene serias consecuencias; no es un jueguito para niñitos ricos, Abinader puede aprenderlo pronto.