SIN PAÑOS TIBIOS
La política sigue siendo lo mismo
Muertas o vivas, las ideologías están ahí, permeándolo todo, y que seamos incapaces de encasillar un discurso político en determinada parcela ideológica no significa que no la tenga. Más allá de esta suposición, el maniqueísmo sigue cumpliendo su función primaria, la de descartar por oposición y validar por pretensión. La lógica del “nosotros” y “ellos” sigue siendo efectiva todavía.
A seis meses de las elecciones congresuales y nueve de las presidenciales, el reduccionismo echa por la borda cualquier pretensión ideológica al momento de supeditar o juzgar una alianza.
Atrás quedaron los años en que acuerdos como el de Santiago (1974), Santo Domingo (1994), o el Frente Patriótico (1996) apelaban a argumentos ideológicos como elementos aglutinantes; descartar cualquier alianza sobre la base de imperativos ideológicos, éticos o morales carece de sentido. Ya no se necesita ninguna excusa para buscar el poder, el poder mismo es la excusa.
El Pacto por la Democracia (1994) insufló oxígeno al sistema de partidos al establecer la mayoría absoluta en las elecciones de primera vuelta en la constitución de aquel año.
Las puertas del bipartidismo quedaron entreabiertas y, desde entonces, ningún partido ha logrado en solitario la hazaña del 50+1. Lo que es queja para algunos es bendición para otros, dependiendo del momento en que se encuentre cada quien; los partidos minoritarios (y hay algo de peyorativo en el adjetivo) son iguales de importantes entre sí; en un escenario que requiere la construcción de mayorías, cada voto cuenta y vale lo mismo.
El PLD, la FP y el PRD llevan días dejando entrever una alianza que fue negada y abjurada desde hace meses por sus más conspicuos representantes. La oposición cree que juega sola en la cancha y celebra como signo del final de los tiempos una unión más forzada por la necesidad pragmática que por el convencimiento, porque al final, para ella constituye el imperativo categórico que determinará su supervivencia política.
Febrero va antes que mayo y las encuestas no mienten, en la era de la corrección política y el revisionismo histórico no debería sorprendernos una edición de la Biblia en donde Caín abrace a Abel.
Luis Abinader aún no ha dicho si va o no va, aunque todo el mundo sabe que va y que, detrás de él, irá también el gobierno y, según muchas encuestas, medio país…. Para la oposición, el 50+1 se construye adicionando votos; para el gobierno igual, pero también constituye una expresión de la aprobación o rechazo que se tenga de sus ejecutorias y, sobre todo, su relato.
Sin ideologías a las cuales apelar el maniqueísmo siempre funciona y la política seguirá siendo, o bien el arte de lo posible, o simplemente la operación aritmética más simple, la de sumar.