EL BULEVAR DE LA VIDA
La carta
La misiva de Francisco Javier García nada tiene que ver con las cartas de Lucho Gatica (“son tus cartas mi esperanza…) y mucho menos con la de Fausto Rey, (“recibí tu carta, lleno de alegría…”) sino con su renuncia como coordinador general de la campaña presidencial de Abel Martínez por el PLD.
En un momento tan delicado como este, con un partido contra las cuerdas del Ministerio Público, y un candidato que no ha logrado conectar con el electorado, la renuncia del experimentado coordinador de campañas presidenciales es un balde de agua fría a las aspiraciones del PLD.
¿Qué ocurre, realmente? Cómo explicar que un hombre de la experiencia de FJG no haya “lavado la ropa en la casa morada”, sabiendo lo que significa su renuncia explicada con detalles en una carta lapidaria que, como ustedes suponen, viene de lápida, y según la RAE remite a “tumba, féretro, hueco o sepultura” por citar a Mir.
La situación del PLD se complica, (mientras Fernández Reyna sonríe y apura el paso), porque es la primera vez que ese partido tiene como candidato a un dirigente, que si bien es importante y ha sido un buen alcalde, no tiene el rango de líder en esa organización como sí tenían Leonel o Danilo, que poseían “rayas”, “rango” y “calidades”, y a quienes la poderosa OTAN del Comité Político siempre ha respetado sobre todo a Medina Sánchez. En el caso del Profesor, su condición de presidente de la República a partir de agosto de 1996, le generó automáticamente el aura de respeto y la aceptación del grupo, que por cierto, nunca gustó de Margarita Cedeño. ¡Hagan memoria!
El triunvirato de 1996-2000, donde tres amigos, Leonel, Danilo y Temo Montás, manejaban el gobierno sin protagonismos excesivos y sin haber tenido ninguno de los tres el tiempo necesario para crear el liderazgo caudillista que vendría luego… es algo irrepetible en una política macho-alfa, autoritaria y de tufo trujillista como la nuestra. Por eso, ese gobierno ha sido calificado como el mejor de todos los de nuestra democracia.
En el poder acumulado por la OTAN a lo interno del PLD, y en los expedientes judiciales del Ministerio Público (y aún no filtrados a los amigos de turno de la prensa), posiblemente está la explicación del porqué esta carta lapidaria, que ya ven, ¡ay!, nada tiene que ver con las de Lucho Gatica ni Fausto Rey.