sin paños tibios

Metamorfosis y el poder

Da igual la causa o la especie, lo único que importa es que Gregorio Samsa una mañana cambió y se convirtió en algo diferente, tremendamente repulsivo, que mereció el desprecio de todos. Kafka desentrañó lo que otros no pudieron hacer con tanta brillantez, antes o después que él: los entresijos del poder y de cómo cambia a las personas.

El poder es el mismo dios en todas partes, una deidad celosa de todo y de todos, que cual Moloch, exige terribles sacrificios, pero siempre encuentra a hombres y mujeres deseosos de ofrecerse en holocausto, porque no hay mayor ofrenda que la propia vida, y una vez se está dispuesto a hacer el sacrificio supremo, todos los demás son secundarios y nada ni nadie se salvará del fuego de la ambición desmedida.

“El poder no cambia a las personas, solo revela su verdadera naturaleza”, dice la sabiduría popular; pero no olvidemos que sin importar si cambia o muestra tal cual es a quien lo ejerce, sigue siendo una herramienta necesaria -la más poderosa-, porque con ella se logran las transformaciones sociales necesarias. La historia de la humanidad es también la historia del poder y de su búsqueda; sus traiciones y desengaños; los resentimientos oscuros y ocultos; las frustraciones insatisfechas; los complejos no resueltos; los traumas de una niñez triste; las promesas rotas y todos los sueños que naufragaron en copas de vino, mientras Silvio cantaba El Elegido.

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