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¡Martillando hasta que se haga la luz!

La idea de que las administraciones del PLD habían convertido a nuestra sociedad en una sociedad de clase media, suponía que el viraje político de los electores de ese entorno social, garantizaba un triunfo del candidato presidencial Luis Abinader en los comicios del 5 de julio, porque la demanda ética del conglomerado electoral de este sector, exigía transparencia y demandaba una lucha efectiva contra la corruptela gubernamental.

De ahí la apreciación de mi admirada Lic. Rosario Espinal, de la cual discrepo pero respeto, en el sentido de que, si ganaba el PRM, era porque se confirmaba que la sociedad dominicana había devenido en una sociedad de clase media.

Un efecto “boomerang”, ya que el éxito de la expansión de la clase media debido a la política de crecimiento económico y disfrute de bienes y servicios de la administración peledeista, se devolvía contra esa administración por los pruritos morales, que esa clase o sector pujante demandaba moralmente.

El concepto asumía la superación de los esquemas restrictivos de la sociedad pobre o muy pobre de antaño. Si por el contrario ganaba el PLD, nuestra sociedad seguía siendo una sociedad de pobres, muy pobres e indigentes, mayoritariamente. Este aserto se basaba en que la política de dádivas, clientelismo, compra de votos y conciencia, uso y usufructo de bienes públicos para ganar adhesiones, atraso ideológico y repartición de dinero, aseguraba que el modelo de clase media era inoperante, y que finalmente, predominaban, no las virtudes morales de la clase media, sino la conciencia prostituida de la necesidad en venta al mejor postor.

En el fondo, esta tesis referente a la posibilidad de victoria del PLD, caía como la primera, en una apreciación unilateral y absoluta. El resultado electoral dice, que el PLD sólo obtuvo la victoria en cuatro demarcaciones provinciales. Fue barrido en todos los colegios electorales, donde el voto fundamental era de los pobres y de los muy pobres. Incluso en los lugares donde venció, lo hizo a duras penas en resultados muy apretados.

Entonces, ¿somos un país de pobres y muy pobres, de humildes y parias? No. Somos una sociedad de diversidad clasista donde hubo un vuelco electoral masivo en los sectores sociales más plurales. La magia del “cambio” fue asumida también por los pobres. Además, la derrota del PLD, refleja inequívocamente que la descomposición moral no es absoluta, sino relativa en determinados estamentos sociales. De esos sectores deprimidos económicamente brotó la guerra de la Restauración de 1863, así como la Revolución de abril del 65.

En 1978, el ciclo de reelecciones del Dr. Balaguer, auspiciador de las dádivas y la asistencia social, siguiendo el modelo peronista, fue roto por los votos populares a contrapelo de la bonanza de sectores de la clase media y militar. De ahí la socorrida y errática afirmación de que éste, es “un pueblo mal agradecido.” Volveremos sobre el tema de la clase media, los referentes en James K. Galbraith, Max Weber, la escuela marxista y las opiniones de Juan Bosch.