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Arroyo Palma: comunidad modelo

El nombre de Arroyo Palma surge de la abundancia de palmas y fuentes de agua en esa comarca que nació para ser ejemplo de trabajo tesonero y visión futurista.

Arroyo Palma es una comunidad que nació para ser ejemplo de trabajo tesonero y visión futurista. Situada a 3 kilómetros de la parte céntrica del municipio de Ocoa, sus fértiles terrenos, llenos de historia, lucha y hermandad, albergan una importante cuota de producción vegetal y ofrecen a sus habitantes el privilegio de dividir su sentido de pertenencia entre el campo y la ciudad. Son muchos los ocoeños que pernoctan en sus casas en Arroyo Palma, gentilmente arropadas por las agradables bajas temperaturas campestres, pero muy temprano en la mañana hacen el corto recorrido a sus centros de trabajo en el mismo corazón del municipio cabecera.

SU HISTORIA

La zona ocupada por Arroyo Palma registra la llegada de Rosendo Solano, como primer habitante, en fecha indefinida de la segunda mitad del siglo XIX, procediendo este a asumir la propiedad de casi la totalidad de los terrenos. El nombre de Arroyo Palma surge de la abundancia de palmas y fuentes de agua en esa comarca.

Luego se estableció el apellido Mateo, junto a otros que se fueron integrando. Pero un estudio más profundo de la historia nos dirige a investigaciones que señalan la presencia de negros cimarrones en esa zona, en la segunda década del siglo XVI, procedentes del ingenio del poderoso gobernador colonial Alonso de Zuazo. Esta afirmación encuentra peso en las investigaciones del acucioso investigador, profesor universitario y escritor Andrés Blanco Díaz, quien acentúa la peligrosidad para los conquistadores españoles, de penetrar a esa escabrosa zona a perseguir a los fugitivos del régimen esclavista. 

LA ESCUELA

La primera escuela de la comunidad fue fundada en 1910, según consta en la vieja bitácora que recoge la historia comunitaria. Se trataba de una casucha de tablas y hojas de manaclas, donde recibían el rudimentario pan de la enseñanza no más de 25 estudiantes, esparcidos entre Primero y Segundo grados. Posteriormente el número de estudiantes aumentó a no más de 50, agregando el Tercer Grado y consiguiendo mudarse a un nuevo local de tablas y zinc, en un terreno donado por un comunitario. En Arroyo Palma todavía se mencionan con veneración a los primeros profesores y el gran aporte que hicieron al desarrollo de su gente sencilla, trabajadora y con alto sentido de la hermandad. 

LUCHAS Y LOGROS COMUNITARIOS

Recientemente el Gobierno Dominicano fue receptivo ante la recurrente demanda que tuvieron por décadas los comunitarios, ansiosos por una carretera asfaltada. Sus 2 kilómetros y medio festejaron el resultado final de sus luchas, aumentando con su asfaltado la plusvalía de los terrenos de esta pujante comunidad. Esto ha hecho más atractivas las inversiones en bienes raíces en la zona, en momentos en que San José de Ocoa expande sus alas en materia de turismo comunitario.

La palabra lucha parece ser sinónimo de Arroyo Palma. Desde las batallas iniciales por la tenencia de la tierra, sus habitantes han tenido que mantenerse alertas para conseguir reivindicaciones sociales y facilidades básicas que les permitan sobrevivir con dignidad. Para su dicha contaron con la solidaria incursión de personajes legendarios, como el padre Arturo Mackinnon, perteneciente a Scarboro Foreign Mission, de Canadá. Entre 1962 y 1964 este dinámico sacerdote les instruyó para la formación de clubes de crianzas de aves. Los comunitarios criaban gallinas para su consumo y para su venta, lo que facilitaba su supervivencia. Cuando el padre Mackinnon partió hacia Monte Plata en 1965, a tener su última cita gloriosa con la historia nacional, llegó a Ocoa otro scarboro, quien posteriormente sería apodado El Guayacán; el padre Luis Quinn, destinado a convertirse en un catalizador de cambios positivos en todo el municipio, pero teniendo un lugar especial reservado en la historia de Arroyo Palma.

El padre Quinn encontró una comunidad de gente con deseos de progreso, pero postrada por las carencias. Comenzó a inculcar en la comunidad el espíritu del convite, con su lema “ayuda mutua y esfuerzo propio”. Se puso al frente de los comunitarios para abrir caminos vecinales con picos y palas, les acompañó en la consecución de servicios de salud, viviendas, energía eléctrica y el agua de consumo humano; desarrolló con ellos sistemas de riego e inició un ambicioso proyecto de canalización que llevaría el agua para regar las tierras de Arroyo Palma utilizando fuentes abundantes del líquido. Para este propósito consiguió apoyo internacional, incluyendo brigadas de extranjeros que vinieron a unirse a las labores de manera voluntaria. Todo el esfuerzo fue infructuoso, debido al inmisericorde azote del huracán David en 1979, causante de daños cuantiosos a los trabajos de canalización. A pesar de este revés, consiguió identificar otras fuentes y proveer de agua para la agricultura a Arroyo Palma. 

“Mientras Luis vivió, tuvimos agua. Desde que falleció, nos quedamos huérfanos”, manifiesta un comunitario que lamenta las dificultades actuales de los agricultores para poder irrigar sus terrenos. A pesar de la cercanía del río Ocoa, del cual podrían extraer el agua a través de una bomba instalada en la comunidad, el alto consumo de combustible no les permite utilizar esta vía, causando grandes perjuicios a la actividad agrícola de esta hermosa zona, ambientada por el canto melodioso de la cigua palmera, el verde croar de los anfibios circundantes y el ulular del viento nocturno.

ACTIVIDAD AGROPECUARIA

A pesar de las dificultades con el aprovisionamiento de agua para la agricultura, Arroyo Palma exhibe un historial importante de siembra de productos de ciclo corto como: tomates, papas, berenjenas, habichuelas, maíz y otros rubros. Cuentan los mayores que la agricultura en Arroyo Palma siempre ha tenido un factor de hermandad, pues los comunitarios acostumbran a compartir parte de sus cosechas con sus vecinos. Este espíritu comunitario se muestra por igual cuando es sacrificado un animal y es compartido entre los mismos comunitarios, o cuando el aroma del buen café funciona como la flauta del famoso personaje de los hermanos Grimm, El Flautista de Hamelin. Los vecinos, amparados en el buen derecho comunitario, se acercan en espera de su reavivante ración de este potente estimulante de los sentidos.

Pero el siglo XXI trajo consigo la expansión de la fiebre del oro verde, antes reservada para algunas familias poderosas.  Esto ha traído una intensa migración de ciudadanos haitianos, los cuales están presentes en todas las comunidades que cultivan el afrodisíaco y exigente fruto. Esto ha influido además en la escasez de agua para otros cultivos, al tiempo de limitar el sentido de vecindad, pues los nuevos habitantes no son percibidos como parte sentimental del Arroyo Palma de antaño.

En materia de ganadería, la comunidad mantiene la crianza de reses y cerdos, aunque la proliferación de cuatreros en la zona ha llevado a tomar precauciones extremas y ha servido para aminorar el entusiasmo de los productores de leche y carne.

Una casa rural en Arroyo Palma.

Una casa rural en Arroyo Palma.

HÉROES DEPORTIVOS DE LOS AÑOS 80

La década de los años 80 fue testigo del auge de la práctica del béisbol en San José de Ocoa, destacándose la denominada Liga Campesina, donde el equipo de Arroyo Palma se vistió de gloria. Torneo tras torneo, impresionaba a la fanaticada y llenaba de orgullo a sus devotos. En Arroyo Palma se fundó entonces la Liga Mateo, debido a la abundancia e importancia de este apellido entre los deportistas del bate y la pelota chica. Sus hazañas fueron legendarias y de sus filas salieron varios peloteros firmados para las Grandes Ligas. Estas verdades quedan entre las nostalgias comunitarias, pues en la actualidad la inclinación mayoritaria está alejada de esta práctica deportiva. 

TRADICIONES

Con los cambios generacionales languidecen las tradiciones; los valores paternos son sustituidos y en su lugar se establecen nuevos patrones conductuales. En Arroyo Palma no son ajenos a esta realidad, pero aun así una parte de sus comunitarios trata de mantener vivas algunas costumbres propias de la zona rural. 

Los lugareños tradicionales mantienen un alto grado de respeto por la religiosidad y la vida espiritual, confluyendo en ocasiones valores cristianos y creencias esotéricas. Aunque escasas, todavía se practican noches de velas, noches de palos, cantos de salves y otras manifestaciones de tradición mágico-religiosa, aunque el avance del protestantismo ha mermado la cantidad de practicantes. 

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