¿Cómo seremos en el Bicentenario?
La Generación Z, los hombres y mujeres que nacieron con el internet en 1995, es la que está llamada a dirigir los destinos del país en los venideros 30 años.
A los zetas se agregarán los de la Generación Alfa, cuyos miembros han visto la luz del mundo desde el 2010 y se desarrollan bajo los impulsos de un modelo de vida y de trabajo dominado por la Inteligencia Artificial.
A los dominicanos que pertenecen a estas generaciones combinadas les corresponderá presenciar, dentro de veinte años, el bicentenario del grito independentista del país.
Sería un ejercicio interesante visualizar cómo podría ser la República del bicentenario.
Es decir, cuáles valores inherentes que han unido a los dominicanos en sus luchas emancipadoras y en la construcción de una cultura de valores y costumbres propias, prevalecerían en el 2044.
O si ya para entonces estarían extintos o inservibles.
Porque, a decir verdad, estas nuevas generaciones han surgido y crecido bajo los paradigmas de las últimas tecnologías y, por fuerza, orientan sus modos de vida al compás de las ventajas, facilidades o expectativas que ella genera.
Sin necesidad de una formación en ciudadanía o constitucionalidad, ni mucho menos en ciencias políticas o humanidades, los de ambas generaciones están más supeditados y comprometidos con las herramientas tecnológicas de las que se valen ahora para aprender, trabajar y ganar el sustento.
Probablemente los criterios, sentimientos y valores que constituyeron la raíz del independentismo y el nacionalismo dominicano en 1844, ya no estarían tan presentes ni unidos en la exaltación del bicentenario.
Las actuales generaciones han roto, a la franca, con esos hilos inmanentes.
Y es presumible que su visión de futuro no estará muy enlazada a las esencias de aquellos pujos emancipadores ni nacionalistas, porque ahora su percepción y su convicción es que, como vivimos en una aldea global, donde todo cabe en una esfera espacial, somos ciudadanos mundiales, no los nativos de un pedazo de isla caribeña.
Estas son, apenas, algunas pinceladas que se nos ocurre trazar sobre el futuro y el destino dominicano ahora que celebramos el Mes de la Patria, cuyos símbolos sagrados parecen ser poco conocidos y amados, mucho menos respetados.