Haití entrando al Quinto Círculo del Infierno
La meteórica marcha emprendida por el líder golpista haitiano Guy Philippe acumulando fuerzas para asaltar la principal fortaleza del poder, Puerto Príncipe, acelera.
Consiguiendo el respaldo de la Brigada de Vigilancia de Áreas Protegidas de Haití (BSAP), mucho mejor armadas y adiestradas que la Policía, Philippe anunció su disposición de completar su “trabajo”.
Este temido exjefe de la Policía ha definido su trabajo como la labor de sacar del poder al primer ministro Ariel Henry y defender la soberanía de Haití ante el peligro de invasión por una fuerza aprobada por la ONU.
El pasado fin de semana ha hecho una arenga pidiendo apoyo de la población para marchar sobre la capital y echar del poder a Henry, lo que piensa materializar en los próximos días.
Liberado de una prisión de Estados Unidos en noviembre pasado donde purgó condena por blanqueo de dinero, Philippe es, sin exagerar, un hombre probado en derribar gobiernos y desafiar el peligro.
La posibilidad de un derramamiento de sangre mayor del que se registra desde hace tres años en Haití, es muy alta y hasta ahora la “comunidad internacional” ha resultado disfuncional para afrontar esa realidad.
No tenemos duda de que un estallido en Haití provocará un éxodo por todos los medios y hacia todos lados, llevando la República Dominicana la peor parte.
Sabemos que el presidente Abinader se ha ocupado de que las Fuerzas Armadas cuenten con el personal y el equipamiento necesario para detener cualquier incursión armada hacia el territorio nacional.
No obstante, una avalancha de personas que huyen de una guerra es imposible confrontarla con tropas militares y ahí es donde está el barullo más peligroso.
Nuestro país no puede soportar una carga de haitianos mayor de la que ya tiene y contenerla en las fronteras –en caso de guerra– no es tarea fácil desde ningún punto de vista.
Todas las energías de la nación deben ponerse en tensión para idear fórmulas inteligentes y eficaces para contener esta amenaza.
En esa tarea, el gobierno, el liderazgo político, social, eclesial y comunicacional deben entender la hora presente y entonar un discurso afinado para defender el derecho de Haití a la paz y de los dominicanos a proteger su soberanía.
Haití está entrando, sin duda, al Quinto Círculo del Infierno.