¡Despejen el Canódromo!
Concebido como un lugar para la retención temporal de vehículos cuyos conductores son imputados por infracciones muy específicas a la Ley del Tránsito, el antiguo Canódromo se ha convertido en un atiborrado almacén de autos, motocicletas y otros medios de transporte.
La cantidad de vehículos retenidos o “incautados” desborda la capacidad del espacio a tal punto que en una gran estructura de cemento se amontonan miles de motocicletas, muchas de ellas degradadas a chatarras.
Allí se mezclan vehículos en uso, chasis, autos o motocicletas desguazadas cuya recuperación, por parte de sus dueños, implica unos complejos procesos de pagos de multas para su devolución, que son tortuosos e injustos.
El gobierno debería plantearse, de inmediato, un plan de despeje o limpieza de esa especie de cementerio de vehículos, en buen estado o inactivos y abandonados, para que en tres meses ese espacio cumpla mejor sus propósitos.
Sin entrar en consideraciones de fondo sobre la legalidad de los conceptos de “retención” o “incautación” por los cuales los dueños de esos vehículos han sido penalizados, el desorden actual del Canódromo da lugar a la existencia de prácticas abusivas e ilícitas, como la sustracción de piezas, según las quejas recibidas por este diario.
No parece que exista allí un sobrio y eficiente registro de cada uno de los vehículos que son llevados por los agentes del tránsito ni mucho menos una logística por cuadrantes para estacionarlos y localizarlos para fines de devolución.
Tampoco se tiene claro si la mayoría de los vehículos que no han podido liberarse han sido considerados pruebas de delito sobre los cuales existan órdenes expresas de incautación avaladas por un juez.
En ese plan de limpieza o despeje que proponemos, en un plazo no mayor de tres meses, puede incluirse un mecanismo de devolución que, al hacerse lento o engorroso como es ahora, evite tratativas por la izquierda, pagos de peajes o el innecesario canibalismo de los vehículos retenidos.