FAMILIA
Videojuegos: sus múltiples caras
Cualquier perjuicio o beneficio que deje este tipo de entretenimiento está estrechamente relacionado con la supervisión de los adultos
Una de las cosas que más caracterizan a los niños del nuevo milenio es su estrecha relación con las nuevas tecnologías, en especial con las computadoras y los videojuegos, los cuales se han convertido en su pasatiempo favorito. De acuerdo con investigaciones de Kaiser Family Foundation, el 83% de niños entre ocho y 18 años tienen al menos un videojuego en sus hogares y el 97% de todos los adolescentes usa estos juegos con regularidad. Pero, ¿qué tan segura y beneficiosa es esta nueva forma de entretenimiento para los infantes y adolescentes? Según un artículo publicado en el periódico online El País, el profesor japonés Akio Mori realizó un estudio que reveló que los niños más adictos a estos juegos sufren una reducción en la actividad de las ondas cerebrales, que puede relacionarse con problemas en el desenvolvimiento social y una mayor facilidad para perder los nervios. También, de acuerdo con el portal www.mediafamily.org, los niños pueden presentar una sobredependencia hacia los videojuegos, aislarse socialmente y copiar algunas practicas violentas que son presentadas con naturalidad en estos juegos. Es por esto que la psicóloga Virginia Pérez recomienda que los padres supervisen la temática y las restricciones de los juegos que consumen sus hijos; también es importante que les compren consolas que impliquen movimiento por parte de los niños para evitar el sedentarismo. Otro punto a su favor que pueden sacar los padres de los videojuegos es utilizarlos para compartir tiempo con sus hijos e integrarse ellos también a las sesiones de entretenimiento con estos aparatos electrónicos, asegura Pérez. Pero no todo es negativo con relación a los videojuegos, si son elegidos a conciencia por los padres y supervisadas las horas que invierten los niños en ellos, no son del todo negativo. El portal de mediafamily.org establece que estos juegos pueden dar práctica a los niños de cómo seguir direcciones, de resolver problemas lógicos, además de crear una excusa para que padres e hijos jueguen juntos.