De reojo...
El obispo emérito Francisco José Arnaiz habló ayer frente a las máximas autoridades del Poder Judicial, y, con la responsabilidad que le ha caracterizado siempre, demandó que los jueces que no cumplan con su deber sean expulsados de la judicatura. Hay que suponer que cuando monseñor Arnaiz, que no acostumbra hablar vascuencias, hace esa exhortación es porque tiene información de primera mano del comportamiento dudoso de muchos de nuestros jueces. El padre Arnaiz bajó duro y curvero, como se dice en el mundo beisbolero. No solo los jueces corruptos deben ser botados, sino también los vagos que por “cualquier quítame esta paja” reenvían las audiencias, en momentos en que las cárceles están atestadas de presos. Monseñor les dejó un trabajito a los jueces de la Suprema al cumplirse 13 años de su integración.