En busca del tiempo perdido en el análogo idealizado: "Croma Kid"
Este filme es como sumergirse en el álbum personal de recuerdos de Pablo Chea. Su vivencia íntima transformada en celuloide. A través de Emi (Bosco Cárdenas Guzmán), su alter ego de trece años, Chea rinde tributo a su linaje: una familia de artistas y visionarios. Es imposible no notar las sutiles referencias a su padre, Claudio Chea ese maestro de la lente a quien está dedicada la película, y los guiños a momentos emblemáticos, como el icónico jingle de la inolvidable campaña de los ochentas de Ron Barceló "Chivo, chivo, chivo de la loma". El filme está plagado de homenajes: desde “Lo llaman de Videotel”, un homenaje a R. Elias Muñoz o el ingeniosamente nombrado Brando, un guiño a Brando Russo, el mejor prop master dominicano, hasta la sorprendente aparición de Jaime Piña Gautier como el abuelo Lito. La edición, una danza audiovisual que desafía la realidad y nos sumerge en un ritmo narrativo evocador, donde la destreza de Chea como montador brilla con luz propia. Especialmente en la secuencia mágica dentro del estudio: mediante los ajustes del croma, los progenitores de Emi se esfuman entre los píxeles, cruzando el tiempo y espacio de un multiverso televisivo olvidado. La fotografía, cortesía de Israel Cárdenas, está bien lograda, complementada con el diseño de producción de Mónica de Moya y la meticulosa producción de época de Laura Amelia Guzmán, Israel Cárdenas y especialmente Rafael Elias Munoz. Claro, no podemos pasar por alto la actuación de Nashla Bogaert, y en especial el descubrimiento interpretativo de la joven dominico francesa Solange Mongereau como Zoé. En resumen, "Croma Kid" es un viaje cinematográfico a la nostalgia que no sorprende haber cautivado al International Film Festival Rotterdam.