Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

EL MUNDO EVOCATIVO

Déjenme ‘‘auyar’’ como los cuervos en la zanja del mar que no conduce a Dios. Permítanme mirar con los ‘‘hojos’’ del fetiche: Quiero romper la esperanza de vivir en paz.

Me esmero en recoger las ‘‘ojas’’ de los árboles que han crecido más de lo que deben. No me importa ser crucificado. Ni sentarme a dormir bajo un coro de lechuzas.

Si me caigo no es por falta de idiotez: el duende que vive dentro de mí ha perdido los deseos de saltar.

Como el mejor ajedrecista, me gusta perder las partidas ganadas: siempre tendré espacio para inclinar mi rey cuando la noche cante, cuando la cita de amor me obligue al punto final en el sitio menos indicado.

No tengo derecho a que me lean con el cabello sin cortar, con los dedos pendientes del atardecer, pero sí a sentarme a esperar mi cena con los brazos cruzados, ‘‘silvando’’ una canción desconocida.

No trato de ocultar mis manchas ni tampoco de creerme un elegido. Tengo derecho a entregar flores envueltas con ruegos inútiles. A insultar mi inteligencia con las medallas que desprecio. Y lo que es peor, a influir en aquellos que quieren que el mundo deje de andar como un muñeco de trapo en busca de un final feliz.

Estoy comprometido con una realidad demasiado irreversible: ni dormir en paz, ni dejar ideas a medias. Los ‘‘hojos’’ deben mirar también lo que no deben porque están hechos de tormentas cercenadas.

Aquí abro las compuertas del tiempo con palabras estrujadas y me burlo de todos porque nadie va a sobrevivir: Ni el que “auya” en el bosque del ahorcado, ni el que sigue el rastro del jinete sin cabeza.

Tags relacionados