El asesino
“Quien no tiene más que momento de vida, no tiene nada que disimular”.
Edgar Allan Poe.
Alex Schweg
Estados Unidos
Serian cerca de las doce cuando un ruido me despertó. Abrí los ojos en la oscuridad, y pude ver la sombra de un hombre cruzando el basurero. Me levanté un poco y, oculto tras un montón de escombros, pude mirarlo de nuevo. Ahora su silueta se recortaba claramente con la luz de un farol cercano. Avanzaba con dificultad, arrastrando algo. En vano trataba de tranquilizarme, el nerviosismo de aquel hombre confirmaba mis sospechas sobre la naturaleza de su lastre. De pronto, la luz del farol lo iluminó y no tuve la menor duda: sentí que la sangre me golpeaba las sienes y pensé en salir corriendo de mi escondite, enseguida me di cuenta de lo absurdo de mi idea, me encontraba casi al fondo del callejón. Entonces observé angustiado como escondía su carga entre la basura. Esperé un tiempo infinito a que se marchara, encogido por el miedo. Cuando al fin estuve seguro de que no regresaría, salí de mi escondite y caminé hacia el lugar. Al ver de quien se trataba no pude contener un grito.
Desde ese día camino como un fantasma por las calles, y aunque la gente finge verme, sé muy bien que estoy muerto; escondido entre la basura del callejón.