La fábrica Nei Hu: hogar del reciclaje de Tzu Chi
En la fábrica de reciclaje Nei Hu se trabaja a toda hora. Siempre en bajo perfil. A simple vista, su nombre no parece muy sonoro. Sin embargo, es un sitio universal.
Allí no se descansa. Para sus empleados, el día tiene 25 horas. Todavía en la noche, se pueden ver las manos creativas punteando colchas y ensartando floreros hechos a base de botellas plásticas.
Ellos son felices porque ejercen un oficio fundador. Son mujeres, hombres, niños, ancianas, pensionados y, en su gran mayoría, voluntarios. Gentes que piensan en los demás primero que en ellos mismos.
Cada amanecer se dirigen a las afuera de Taipéi con algo más que una sonrisa en los labios. Van directamente a ese santuario donde los desechos se convierten en ropas, ajuares y artículos de diversos usos. Muchos los llaman los orfebres de la creatividad, pero la humildad les impide henchir el pecho con categorías altisonantes. Prefieren decir que son discípulos de la Gran Maestra Cheng Yen. Allí laboran para el mundo entero sin fines de lucro. Lo que hacen alivian a los que sufren el paso de devastaciones atmosféricas.
Desde hace más de veinte años laboran en esa fábrica. Van con la frente en alto y una insondable sonrisa en el rostro. Llegan y son felices por trabajar allí. Todos los días hay algo que hacer, desde separar el papel en blanco de las láminas, ordenar el cartón, procesar las botellas plásticas y emprender el proceso industrial que va desde la fabricación de hilos hasta la confección de poloshirt, bolsos, frazadas, pulseras y todo tipo de productos, y enseres que servirán de alivio a los damnificados en diversas partes del mundo, o a la venta para recaudar fondos que permitan incrementar la producción.
El local no es inmenso al estilo de las grandes empresas de occidente. Pero la amplitud que exhibe es suficiente para garantizar un adecuado proceso de producción y almacenamiento. En temporadas de desastres naturales el espacio destinado a almacenaje está en constante actividad. Los caminones de voluntarios hacen filas desde tempranas horas de la mañana para llevar las mercancías recicladas a los puntos determinados para su exportación.
Igual sucede con las maquinarias de producción. En esas temporadas la fábrica no descansa. Se trabajan las 24 horas del día de manera permanente en tres turnos diarios.
La maestra los visita
Al menos dos veces por semana, la Gran Maestra Cheng Yen visita la fábrica. Son encuentros que estimulan. Lo mismo puede aparecer en la tarde, que temprano en la mañana. Todos son felices al verla y le cuentan sus vivencias e iniciativas para mejorar el stock de ofertas. La maestra, junto a sus bendiciones y consejos, siempre les regala su mejor sonrisa. Es muy feliz cuando los escolares asisten en visitas dirigidas para conocer todo lo que allí acontece. Ella se mueve entre los niños con elegancia y sabiduría. Todos quiere retratarse con ella y tocarla como para comprobar que no sueñan, sino que es la maestra en persona quien se siente agradecida por tenerlos allí.
Reciclar es vivir
La Fundación Tzu Chi ha hecho del reciclaje una filosofía de vida. Una especie de acto cultural. Los voluntarios se detienen para recoger botellas plásticas, cartones y otros materiales desechables para echarlos en lugares indicados. Más tarde, el trasporte de la Fundación se encarga de llevarlos a la fábrica para su clasificación e iniciar el proceso productivo.
Al reciclar, la Fundación promueve el amor a la vida, al ahorro, a la obtención de materias primas para elaborar a partir de ellas infinidad de artículos, útiles, vestuarios y enseres para cubrir las necesidades básicas de quienes son afectados por catástrofes naturales a lo largo y ancho del mundo. Pero también muchos objetos reciclados son obras de arte destinadas al comercio que son procuradas por quienes visitan la Fundación y las distintas tiendas comerciales donde se venden a lo largo y ancho de Taipéi y otras provincias como Hualién.
Esa es otra de las formas de amor que la Gran Maestra Cheng Yen ha entregado a los voluntarios y miembros de Tzu Chi.