Figura
La faz de Juan Pablo Duarte
“La faz es la mejor expresión del sentimiento” André Malraux.

Fotos. Arriba se reproduce la foto que describe este artículo. Debajo otra foto de Duarte a caballo tomada en Venezuela por el propio artista Próspero Rey.
Sobre la auténtica fisonomía del Padre de la Patria, únicamente se tiene una fotografía que le fue tomada en Caracas, Venezuela, en el año 1873 por el fotógrafo Próspero Rey.
Este valioso documento nos permite reconstruir la imagen del Padre de la Patria cuando frisaba los sesenta años de edad, tres antes de su muerte, acaecida el 15 de julio del 1876. En esa foto podemos apreciar un Duarte con pelo liso y escaso, todavía oscuro, bigote y barba blancos, vistiendo casaca negra, de cuyo chaleco pendía una leontina de oro, y descuidada la corbata. Es la foto de un anciano demacrado que se apoya en un bastón, y bien podría decirse que su aspecto revela el de un alma de la cual huyó la esperanza, aunque sus ojos revelan inocencia y, al mismo tiempo, la fortaleza de su carácter. En la delgadez de su cuerpo se perciben los estragos causados por la enfermedad que lo acosa y en sus ojeras y el hundimiento de sus mejillas, se denotan los sufrimientos de años de infortunio.
Obviamente, que esa fisonomía y figura no se corresponden con el Duarte de treinta y un años que en el 1844 nos legó una Patria libre, soberana e independiente.
Aparte de otros testimonios, José María Serra, fundador, conjuntamente con Duarte de La Trinitaria, en sus Apuntes para la Historia de los Trinitarios, nos transmite este “retrato hablado” y de la impresión que le causó al momento de Juan Pablo comunicarle su plan de luchar para instaurar la República Dominicana. Veamos:
“Y al decir esto lo vi como transfigurado; sus ojos azules, de mirar sereno, les centelleaban; su tez suave, teñida de ordinario por las rosas, en aquel momento parecía deberle su color a la amapola; sus labios finos, donde de continuo una dulce y cariñosa sonrisa revelaba la bondad e ingenuidad de aquella alma noble e inmaculada, veíalos convulsos, agitando el negro y espeso bigote que a la vez formaba contraste agradable con su dorada y poco poblada cabellera, al dilatar la longitud de su frente daba majestad a su fisonomía. Con el pecho erguido, adelantando el paso, como si terminara una arenga concitadora ante el pueblo, repitió: Fuera toda dominación! Viva la libertad! Viva la República Dominicana!
Por lo antes expresado, los dominicanos debemos, por su autenticidad y valor histórico, venerar la fisonomía del retrato de Próspero Rey y las reproducciones y adaptaciones que de él se desprenden e inspiran; pero entendiendo a la vez, que la República Dominicana es más bien el producto de un Duarte y unos Trinitarios, en sus plenas juventudes.
De todas formas, lo importante a fin de cuentas, es que nos identifiquemos con su fisonomía moral, caracterizada por su civismo, patriotismo, honradez, proceridad, entrega, renunciación y, más que nada, por su profunda fe en los valores de Dios, Patria y Libertad en los que se sustenta la República Dominicana.
