ESPECTADORA 7504

Toda la verdad

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Jenniffer MarlineSanto Domingo

Sayuri Guzmán ensancha, paso a paso, los límites de su creación y “Toda la verdad” es su nueva propuesta para confirmarlo. Ganadora en la 25 Bienal Nacional de Artes Visuales, esta pieza es un performance desafiante, que incita a la (bien sabida) reflexión, confronta e involucra al público para ello. Un doctor le aplica a la artista el “suero de la verdad” y luego ésta se somete al escrutinio del público, quien tiene la oportunidad de preguntarle, sin censuras, lo que desee. El “suero de la verdad” es una sustancia química cuyo objetivo es la inducción de sueño y hasta de estado de coma en quien se aplica. Ha sido empleado (es probable que ampliamente) como método interrogativo por agentes policiales. Sayuri Guzmán vive ese proceso frente a los espectadores quienes son testigos del estado de vulnerabilidad al que arriba la artista. Quienes la rodean ahora pueden arremeter contra ella y no sólo con preguntas. Ésta es la primera reflexión. La acción parece decir que aplicar el “suero de la verdad” implica de inmediato entablar una relación de poder y que el “suero de la verdad”, de su lado, es el instrumento de poder que permite someter al otro.Con la supresión de la facultad volitiva de la persona para mentir y el efecto de la sustancia en el dominio de su cuerpo, quien aplica el suero tiene control de la circunstancia. La artista está sujeta a la voluntad del otro. En este escenario, el otro presenta una verdad inusual sobre sí mismo: mientras ella se halla en un estado similar a la inconsciencia, el otro se permite abordarla desvelando sin tapujos, entre otras cosas, sus profundos motivos e intenciones. Es un momento en que el otro se deja ser sin filtro, cuando no hay un sentido (que perciba y registre) para atestiguar las fisuras de su naturaleza. En esta lógica, las preguntas fueron (y son y serán) reveladoras. Ocurren así dos espectáculos conmovedores sobre la condición humana. El nivel de exposición de un ser humano ante otro, que es planteado en la pieza, es también simbólico. La pieza puede asumirse como crítica al método interrogativo, pero también como crítica a las relaciones de poder que tienen lugar en todos los niveles, en todos los estratos, pero también como crítica a esa manera cotidiana de vivir sometido y sometiendo, constantemente, sin pudor, sin piedad, sin respeto, sin dignidad...

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