Entretenimiento desde otros escenarios
El tema del entretenimiento siempre será de vital relevancia para los dominicanos, como caribeños la diversión es parte del diario vivir. Por eso ha sido tan cuesta arriba para las autoridades lograr que una parte de la población, específicamente joven, se someta a la regularidad que se exigen para controlar la pandemia del Coronavirus.
Cuando el pasado año, intentando frenar la Covid-19, más de 125 gobiernos en el planeta, establecieron el confinamiento y restringieron la movilidad en escala sin precedentes, el mundo del entretenimiento, en República Dominicana, fue el primero en parar la diversión.
Los artistas se quedaron sin el escenario. Las presentaciones en vivo de fiestas de grupos populares o de obras teatrales desaparecieron de los centros de diversión y lugares de exposición de arte.
Los escenarios apagaron sus luces, la industria del espectáculo se desvaneció y muchos de los negocios adyacentes al entretenimiento han desaparecido, mientras que otros intentan sobrevivir con una ínfima capacidad de producción.
Con la llegada de la pandemia los gestores del entretenimiento optaron por buscar la manera de subsistir y de permanecer a la vista de sus consumidores.
La industria del entretenimiento incrementó de forma sustancial la dependencia del uso y dominio de la tecnología para el desarrollo del entretenimiento a distancia, impulsando a que más consumidores adoptaran a estas formas de acceso, y buscando que perciban las ventajas de disfrutar virtualmente en la variedad de los contenidos, especialmente en la radio y la televisión. A más de un año de las medidas y con un 30 por ciento de la población inoculada con una doble dosis, aún no hay precisión de cuándo el país regresará a la normalidad.
Sin embargo, algunos empresarios han preferido arriesgarse y ya se anuncian conciertos que requieren de un gran público, otros son menos optimistas y creen que para diciembre las actividades artísticas podrían comenzar a retomar la normalidad.
Un vuelco hacia las plataformas digitales
Las redes sociales fueron las protagonistas. Antes del Covid-19 ya habían dado un giro al negocio del entretenimiento, con la llegada de la pandemia se convirtieron en la plataforma ideal para generar contenido, expresarse y protestar por el confinamiento.
Así se sumaron las transmisiones streaming, en las que el público ávido de diversión se volcó a consumir por paga, conciertos que tienen la ventaja que con tan solo un “clip” pueden disfrutarse en cualquier parte del mundo. Mientras el teatro hacía intento de sacar sus escenarios al aire libre, pequeñas salas trabajaban con un bajo costo y el cine experimentó con un “autocinema”, pero tampoco estos experimentos ayudaron a restablecer a la industria.
Los antros de diversión y discotecas, específicamente de la Zona Oriental, Herrera y Villa Consuelo, adoptaron nuevas medidas especialmente con el horario, pero no con el distanciamiento. En cambio, museos, festivales de música y teatros, conciertos multitudinarios han quedado en el olvido.
El público confinado en sus viviendas encontró en los periódicos digitales una entretención que no conocía, ser parte “viva” de las opiniones y decisiones que se toman en el país ha sido también una manera de diversión, contando que esta media isla ha atravesado por momentos realmente históricos.