SIN PAÑOS TIBIOS

Debería ganar la verdad

Mañana habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos. El evento no es menor pues, con mucho, sigue siendo la primera potencia planetaria.

Todavía falta tiempo para que se consolide una alternativa firme que pueda arrebatar su hegemonía –sobre todo en el plano militar–, y el tiempo dirá si las décadas por venir serán testigos de su decadencia frente al ascenso de una China que sueña con ser imperio, o si su inimaginable riqueza en recursos naturales, humanos y financieros le permitirá mantener su primacía a lo largo del siglo XXI.

Las elecciones norteamericanas significan mucho para la democracia mundial, pues el moderno sistema que rige en buena parte del mundo nació allí; en la mente de unos febriles independentistas que creían en la libertad mientras esclavizan a los negros; protegieron los derechos e independencia administrativa de cada estado mientras avanzaron hacia el oeste exterminando naciones; y santificaron la libertad económica mientras sentaban las bases del más grande imperio de la historia.

De 2016 hasta hoy todo ha sido una secuencia teatral alternada entre drama, farsa, comedia y tragedia, y, aún así, la democracia estadounidense acudirá masivamente a las urnas a elegir entre Trump y Kamala. Prescindiendo de hacer algún juicio de valor, podemos afirmar que ambos representan concepciones distintas y opuestas de la visión de sociedad que ellos, sus partidos y seguidores tienen acerca de lo que debería ser Estados Unidos.

Atrás quedaron causas judiciales, Golpes de Estado frustrados, discursos altisonantes, intentos de asesinato, políticas públicas internas y exteriores desastrosas, etc. Ahora sólo importa lo importante, y es que Estados Unidos es una sociedad fracturada, dividida y radicalizada; una sociedad donde la opinión y los discursos sólo crecen e influyen cuando provienen de algún extremo. La sociedad apuesta al conflicto y la ruptura, y cualquier posición que desde el centro apele al consenso o el diálogo es rechazada mayoritariamente por ambos extremos.

La carta de Jeff Bezos es aleccionadora en torno a lo que verdaderamente está en juego en este proceso. Al final, la verdad será la primera víctima de las elecciones, pues su deconstrucción ha sido uno de los lados oscuros de un desarrollo tecnológico que avanza en progresión geométrica; que cada día pone a manos de ciudadanos inescrupulosos las herramientas necesarias para desdibujar la verdad, acomodarla a intereses particulares y dinamitar el sistema desde adentro.

Que medios, periodistas y columnistas hayan quedado descalificados en el proceso, sólo evidencia que la gente desconfía de quienes están llamados a investigar, publicar y comentar la verdad, porque se asume de antemano parcialidad. En el plano local, cada elección es también una validación de la imparcialidad de quienes hacen opinión y un cuestionamiento del nivel de independencia o complicidad de los intereses que existen detrás de cada medio.

Sólo la ética podrá salvar a la verdad del naufragio de la realidad. Mientras tanto, mañana la democracia estadounidense será puesta a prueba y, en cierta forma, todas las demás también.