SIN PAÑOS TIBIOS
PLD recargado
La estrategia de las “Cien Flores” funcionó de nuevo. Mao recurrió a ella en 1956 para –supuestamente– promover la crítica constructiva y facilitar la renovación desde adentro; quienes mordieron el anzuelo quedaron marcados, expuestos y purgados. A 68 años de distancia Danilo Medina repetiría la hazaña; que bien había servido la experiencia del PACOREDO para entender cómo se combate el revisionismo y qué hay que hacer para que los enemigos salgan de sus escondites.
El “no vamos” de mayo –dicho por Mariotti– apagó el fuego que amenazaba con quemar el rancho y el pistoletazo de salida hacia el “X Congreso Reynaldo Pared Pérez” le permitió a Danilo ganar tiempo, hacer los amarres de lugar, cobrar deudas viejas y recordar favores… En los hechos, sería mezquino no reconocer que Medina los hizo gente a casi todos, y aunque hoy muchos dudan de su capacidad estratégica, en su momento, su concepción del poder fue clave para el PLD tomarlo, mantenerlo y consolidarlo.
La elección previa del Comité Central (CC) garantizaba el resultado del Comité Político (CP)… por lo menos en lo que respecta a la elección del presidente y secretario. La sorpresa no fue que Danilo ganara, sino que lo hiciera con 67.33%; ni que Domínguez Brito perdiera, sino que lo hiciera con 32.67%.
Da igual si los votos obtenidos por Domínguez fueron a favor de su propuesta (lo obvio) o en rechazo a Danilo (la especulación); algunos creen que al mago se le acabaron los trucos y lo que no se expresó en los cargos principales se manifestó en el orden de votos del CP.
Con Juan Ariel (81.98%), Zoraima Cuello (77.63%) e Yván Lorenzo (76.49%) –de primero, cuarto y quinto–, o Cristina Lizardo (81.91%) y Francisco Javier (77.71%) –de segundo y tercero–, quedó confirmado el deseo del partido de transitar nuevas sendas con nuevas caras, como también de otorgar un voto de confianza a los miembros más fogueados y comprometidos de la vieja guardia.
Cerrado el telón, más allá de cuestionar si ese era el final que Medina procuraba al iniciar la función; o si el proceso sirvió de purga para confirmar a los leales y expulsar a los dubitativos, el PLD se fortalece con el proceso que finaliza. En tanto tercera fuerza política nacional, el partido morado debe asumir con firmeza, responsabilidad y contundencia su rol opositor. El país necesita de una oposición vigilante, activa y propositiva; una que no sólo critique, sino que también proponga.
En ese sentido, el X Congreso galvaniza a un PLD que está llamado a reconectar con la sociedad y acompañar al pueblo dominicano en su proceso de fortalecimiento de la democracia. El partido escogió autoridades a todos los niveles, y toca a estas ejercer las funciones delegadas, dejando atrás cualquier sectarismo, división o ajuste de cuentas pendiente, porque sólo en la unión, el trabajo y la transparencia reencontrará el camino perdido…