SIN PAÑOS TIBIOS
“¿Y cómo le ganamos a Cuba?”
Nada puede ser más aleccionador que el mapa nocturno de la península coreana, en el que su parte norte aparece oscura, con algunos puntos luminosos; y su parte sur, saturada de luces. Ninguna justificación teórica puede esconder lo evidente, a pesar del simplismo: el fracaso de un sistema en proveer energía a sus ciudadanos frente a la capacidad de su contrario de poner a disposición de su población de energía a granel.
Separadas por el paralelo 38, las dos Coreas son dos sistemas opuestos; comunismo vs. capitalismo. Las estadísticas están ahí, y los indicadores también. Sería una necedad negar lo que no necesita demostración; esto es, la capacidad de un modelo en ofrecer bienes y servicios a sus ciudadanos sobre la base del libre juego de la oferta y la demanda y la incapacidad estructural del otro en garantizarlos, al encontrarse anclado en prácticas demostradas (y comprobadas) como fracasadas, como la planificación estatal, la prohibición de la propiedad privada, la supresión de la libertad económica y la iniciativa individual.
Aquí en el Caribe la imagen se repite en un mar cuya negrura nocturna se confunde con la de las ciudades de Cuba; toda ella oscura desde el viernes en la noche, cuando una caída total de su sistema energético dejó la isla a oscuras; a la que le han seguido tres caídas más mientras el gobierno intenta desesperadamente restablecer el servicio; y la población está al límite por las privaciones materiales, mientras se decanta por la ironía de tener que comer todos los [pocos] alimentos que posee en sus neveras, antes de que se dañen por falta de refrigeración.
Pese a la actual salida de servicio de sus principales plantas, algunas como la Antonio Guieteras –la más grande del país y de apenas 280 MW– vienen dando problemas desde hace tiempo y, antes del colapso, el déficit “alcanzó los 1.642 megavatios sobre una demanda de 3.300 megavatios”. El Black Out del sistema energético es, en realidad, la constatación material del fracaso del régimen político en gestionar una actividad de mercado; uno más acumulado en la larga lista de fracasos de un régimen que en algún momento pudo lograr aumentos notables en indicadores de calidad de vida de sus ciudadanos pero que, sin el tubo de oxígeno que significó la Unión Soviética, desde el Período Especial a la fecha todo ha sido cuesta abajo.
Lo del bloqueo, el embargo y el estar “a 90 millas del imperio” puede que sea una causa, pero no la única, como el régimen quiere hacer ver. Las razones están adentro, en la propia naturaleza del sistema; mientras, sin plantas, combustibles, repuestos, divisas, crédito, técnicos, arquitectura de red, etc., el sistema energético está condenado a morir aunque resucite temporalmente hoy o mañana.
Y duele decirlo, porque somos hermanos, pero la realidad es que a Cuba le ganamos hace décadas.