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Opuestos a la innovación

En la historia de las relaciones laborales, los conflictos entre sindicatos y empresarios ocupan un lugar muy destacado. Muy notorias fueron las luchas por el derecho de crear organizaciones que fueran reconocidas por las empresas como representativas de los trabajadores, registrándose a ese respecto un gran número de casos en los que ese derecho fue agresivamente combatido con la ayuda de compañías encargadas de disolver cualquier intento. Afortunadamente, ese ambiente ha variado. Pero a pesar de que en la mayoría de las empresas a nivel mundial las relaciones laborales son armónicas, los esporádicos episodios de huelgas y disputas por pactos colectivos reciben mucha atención, y los más notables forman parte de los casos que se discuten y estudian en las universidades.

Un tema en particular ha sido muy analizado, sin que se haya alcanzado un consenso. Consiste en el efecto que los sindicatos tienen sobre la innovación tecnológica. Dado que esta última es considerada como un componente valioso del progreso y la competitividad, cualquier influencia que los sindicatos ejerzan sobre ella merece ser tomada en cuenta.

La opinión más frecuente a ese respecto es que mientras mayor es el poder de los sindicatos, más difícil es que las empresas puedan introducir innovaciones en sus estructuras y operaciones. En parte esa conclusión surge del hecho de que un alto porcentaje de los cambios tienen como propósito reducir costos, entre ellos y de forma destacada los vinculados a nóminas y beneficios laborales colaterales. Se ve como algo natural que las uniones de trabajadores se opongan a iniciativas dirigidas a reducir personal o recortar turnos y horas de labor. Pero además de ese motivo, se presume la existencia de una oposición a innovaciones que conllevan retiros, reentrenamientos y cambios de posiciones, derivada de la resistencia habitual a las variaciones en las faenas y los estilos de trabajo. Y como consecuencia de esa conclusión se suele señalar también que la subcontratación de labores, al liberar a las empresas de la presión gremial, facilita las innovaciones.

Pero esa conclusión no es unánime. Por ejemplo, una investigación llevada a cabo en Chile por los economistas Goretti Cabaleiro y Francisca Gutiérrez, revela que las innovaciones potencialmente más afectadas son las que inciden sobre la organización y el mercadeo, no sobre productos o procesos. Las dos últimas, productos y procesos, son las más relacionadas con los cambios en la tecnología, en tanto que el mercadeo involucra estrategias de precios y la organización depende de la estructura funcional del negocio. En base a esos resultados puede interpretarse que la incidencia sindical se manifiesta más en la resistencia a reducciones de costos como medio para incrementar la competitividad, siendo en consecuencia posible que las entidades laborales fomenten la introducción de nuevas tecnologías que permitan disminuir precios sin rebajar las remuneraciones de los trabajadores.