PUNTO DE MIRA

Abinader parece buscarle el lado a USA

La campaña política inicio temprano y extrañeza provoca que sea el gobierno quien la inicie cuando el presidente de la República dice no participará en los comicios del 2018 cumpliendo con lo que dispone la Constitución que prohíbe más de una reelección.

No habían despuntado las luces del nuevo periodo gubernamental cuando las huestes oficialistas emprendían un intenso fuego de artillería contra Leonel Fernández, ataque que lo tomó de sorpresa quizá pensando que estaba en la tregua de los 100 días que se conceden al nuevo gobierno.

Cuando iniciaron las hostilidades en su contra Leonel estaba en Venezuela cumpliendo con una de las tantas invitaciones que frecuentemente le hacen para mediar en litigios, observar procesos electorales, dictar conferencias, o mediar en disputas políticas. El gobierno lo presentó como si hubiera sido invitado especial para refrendar al candidato oficialista y con ese pretexto se inició la campaña que busca vincularlo al chavismo socialista y opresor. Algo que ni siquiera la oposición política ha dicho.

Hay que pensar más hondo. El conflicto de Venezuela es interno, pero fuerzas externas ejercen presiones que le dan otra dimensión. La geopolítica mete su baza. Si ese país fuera miserable no habría tantos convidados, pero hay un banquete petrolero. Muchas bocas se invitan y pugnan en defensa de la pobre nación rica. Nuevamente quieren cambiarle espejitos por oro. Por su experiencia internacional Leonel dijo que era un problema interno y reclamó la publicación de las actas de votación, demanda a la que incluso se sumó el gobierno dominicano, aunque sin decirlo.

Hacer mención de los antecedentes sirven para comprender que el conflicto no se resuelve con operaciones de figureo, declaraciones de condena o imposición de sanciones. Cada día Nicolas Maduro, cabeza de iceberg, se consolida porque tiene apoyo de una parte del pueblo, las Fuerzas Armadas, Rusia, China, Irán, y otros países incluso empresarios en Estados Unidos. Lo que tiene que hacer la oposición ya es tema de otro comentario.

De vuelta con el excepcional inicio de campaña electoral me permito deducir que Luis Abinader usa a Leonel como el malo de la trama para su lanzamiento personal. En América hay un hueco, ese vacío que dejó Carlos Andrés Pérez de enlace de los intereses políticos norteamericanos con políticos de la región. El político dominicano quizá quiere trascender desde un plano más elevado para lo que busca aliados regionales y norteamericanos, como la agencia de cabildeo “Consejo de las Américas”, una aparente institución de la OEA que le otorgó el título de “Chairman’s Award for Leadership in the Americas”.

En busca de este reconocimiento norteamericano quiere ser más influyente regionalmente incluyéndose con países alineados con USA, se apodera del tema venezolano y lo convierte en plataforma para alzar su voz mientras localmente amplia su labor de borrar la imagen de Leonel Fernández como reformador del Estado y el político dominicano más respetado en América.

En algo hay que estar de acuerdo y es que la imagen de Luis Abinader ha crecido. Luce como un estadista de verbo en punta y como ya tiene el aval de ser un líder indiscutido del partido político mayoritario, el presidente más rico de América y estar joven, está llamado a enfrentar retos superiores.

La presidencia de Abinader apenas despega con su segundo mandato que parece que viene cargado de presagios. A días de su investidura el país está exhibiendo un rechazo a la falta de agua y luz en todo el territorio nacional y quejas por la alta facturación del servicio eléctrico. Esta conducta de la población no se conocía y se le suma las denuncias de fallas en los servicios públicos con escasez de bienes y servicios.

El costo de la vida sigue subiendo, la tasa del dólar va en aumento y el ambiente para las reformas no lucen apacible porque es ruidosa la música de fondo, pero si el objetivo es bailar pegao con USA habrá otras acciones de complacencia como la política permisiva con la migración haitiana.