VIVENCIAS
Decepción
En puridad de verdad filosofar sobre las motivaciones que inducen a las personas alcanzar las metas propuestas para alcanzar el éxito es todo un reto. La respuesta de impulso es que sí, lo que se quiere es ganar dinero a cualquier precio, en este sentido, en el amor al dinero se manifiesta en su esencia la pasión por el deseo de adquirir bienes y poseer, que lleva a la avaricia sin contenido real, sin bienes concretos que se aprecien, actitud, siempre corruptora de la fidelidad, la sinceridad y el desinterés. Lo anterior mueve a un penoso comentario sobre un hecho que movió a la tristeza, la preocupación y más que todo a una profunda decepción. Decepción, fruto de un gran pesar al quedar defraudado alguien al no cumplirse las expectativas sobre una persona que por años fue su referente de integridad y profesionalidad a carta cabal. En el hecho a narrar se formaron dos emociones capitales, la sorpresa y la pena. Ocurrió, que, en una juramentación para ocupar un puesto en un consejo de una institución sin fines de lucro, el juramentado en presencia del pleno y del miembro saliente que había ocupado esa función durante bastante tiempo y que salía por motivo de la edad, manifestó que aceptaba de buen gusto tratándose de una función que era honorifica. Cuan grande fue la sorpresa del juramentado al escuchar del saliente director, que había sido su ejemplo y modelo de profesionalidad a seguir, expresar que detrás de lo honorifico vienen los honorarios. Fue como si le cayera un balde de agua fría al escuchar esta infortunada afirmación. Desgraciadamente son pocos los que sienten una pasión por servir desinteresadamente.