EL BULEVAR DE LA VIDA

El gran desafío

Fue el gran desafío de la gestión de Chú- Vásquez y lo será de la sobrina Faride Raful en el ministerio más antipático de cualquier gobierno: el de Interior y Policía.

Hablo del desafío de lograr que los ciudadanos superen el temor que le genera encontrarse con una patrulla de la Policía Nacional en cualquier parte, en especial cuando el encuentro ocurre en la noche.

Vásquez llegó hasta donde las circunstancias de 2020 le permitían. Por eso concentró sus esfuerzos en promover la buena convivencia en el barrio y en mejorar las condiciones de vida, capacitación y trabajo de los agentes, consciente de que, a 2020, su poder no daba para frenar las ejecuciones sumarias, los mal llamado “intercambios de disparos”, o decapitar las viejas mafias que sobreviven a lo interno de la institución. (Mientras la Policía continúe ejecutando a posibles delincuentes -siempre pobres-, la ciudadanía seguirá presa del miedo, aunque mejoren las estadísticas de la cosa.

A pesar de nuestro liderazgo económico regional, somos la desigual sociedad de miedo. Miedo líquido, -que toma la forma del verdugo que lo causa-, como anunciara Bauman en sus temores sociológicos, o miedo en helado, como los Capri de la Hostos, pero miedo al fin y al cabo; y ¡claro! que el temor trae la desconfianza.

Para qué sirve el crecimiento económico que el martes nos anunciara la CEPAL, o la ampliación de una clase media cada vez más consumista y consumida por sí misma, si los dominicanos de todas las clases sociales viven en la incertidumbre de la muerte y se sienten vulnerables como un abuelo solo en el parque, desamparados como un niño en la calle. (Imagine que a las dos de la mañana, camino a su casa, -con su familia en el auto-, transitando en la Avenida Luperón o la Jacobo Majluta una Patrulla de la Policía le ordena detenerse y me entenderá).

Entre tantos desafíos a los que se enfrentará la designada ministra Raful, yo me quedó con el que representa recuperar la confianza de la ciudadanía hacia la Policía; una confianza que, por sus orígenes represivos, la gris uniformada nunca ha tenido.

¡Y que Dios le inspire y Serrat le ampare! A ver si, concitando un gran apoyo ciudadano, logra el milagro de hacer entender a los señores, que asesinar a supuestos delincuentes -siempre pobres-, solo sirve para desvalorizar la vida y promover la muerte.