PUNTO DE MIRA

Abinader armará línea de combate con veteranos

El presidente Luis Abinader está preparando su próximo gobierno con la designación de militantes probados y experiencia acumulada en previsión de lo que podría ser un cuatrienio de fuertes tensiones.

El inusitado nombramiento de Faride Rafúl como ministra de Interior y Policía tiene varias lecturas, pero de antemano zanja lo que parecía un distanciamiento entre el mandatario y la ex senadora. La fogosa política fue crítica severa de la Policía mientras estuvo en la oposición y su designación la pone en posición de corregir los males que señalaba.

Faride acumuló un liderazgo presidencial en el cuatrienio 2016-20 pero esa fortuna fue dilapidada porque ella hubo de chocar con sus propios compañeros y se debatió entre los dicho como diputada y los que debía enfrentar como senadora. Ese ejercicio pasado generó fricciones e impidió que fuera presidenta del Senado. Recobrar esa enorme proyección costara tiempo, eficiencia y presupuesto.

La convicción de los opinadores es que ella aprendió la lección que una cosa es con guitarra y otra con violín. Tendrá, por tanto, que ajustar su sonido a la orquesta y obedecer la batuta del director.

Otras dos buenas voces que están aún sin ingresar al foso de la orquesta, ya probados en un largo ejercicio pero que se distanciaron de Abinader, son Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque. Suena por lo bajo que sus nombramientos están en curso.

De Guido se dice que podría ser designado en el ministerio de Industria y Comercio o Indotel, de Alburquerque se dice que podría ocupar una posición en ámbito económico.

Sin embargo, entre uno y otro hay diferencias. Se cree que Guido aprendió la lección de no confrontar al presidente de la República y aprovechará su ejercicio gubernamental para defender el gobierno y proyectar su figura como un potencial jefe de estado. Estar en una posición de gobierno también le permitirá ayudar a los integrantes de su equipo.

Con Alburquerque, en cambio, se dice que los perremeístas del equipo de Abinader tienen suspicacias porque el veterano político es un hombre de estado, pero es un perredeísta curtido en la independencia de actuación. Los procedentes del viejo partido se acostumbraron a ver a la dirigencia como compañerito. Ya en el pasado esto ya le trajo fricciones con dirigentes de su propio gobierno.

No obstante, la diferencia que podrían aparentar o temerse es posible especular que Abinader sabe que gobernará un país con grandes dificultades económicas y él se prometió hacer reformas como la tributaria o la constitucional que podrían levantar olas perturbadoras.

El cuatrienio por delante podría ser para terminar o iniciar una obra de gobierno que le permita dejar su marca que aún no se ha definido. Su legado ha estado turbio porque hay muchos inicios sin conclusiones y políticas criticadas en el concluyente cuatrienio, como son los préstamos, podrían ser retomadas para equilibrar el presupuesto nacional.

Las dificultades que se atisban son las que parecen influir en el diseño de la estrategia de Abinader apoyar la defensa de su gobierno con miembros de su partido confiables y entrenados. Se espera que la pobre calidad de vida de las grandes mayorías sea la punta de lanza de la oposición que está ajustando su dirigencia y discutiendo las estrategias que levantarán contra un Abinader que ha dicho que no volverá a competir pero que impide las promociones individuales.

Como es un gobierno reelecto no habrá el periodo de gracia de los 100 días y las embestidas opositoras esta vez serán fuera del ámbito congresual porque que es un coto cerrado del gobierno donde se aprobará todo lo que Abinader quiera. Las calles y las organizaciones de masas serán los escenarios de los antagonistas.

Ya estamos a días del nuevo ejercicio y Abinader llenó el tiempo muerto lanzando huesos sin carne para entretener la opinión pública que con fiereza debatió lo que no sabe. Ya se acercan las fechas para conocer los contenidos de las proyectadas reformas y, por tanto, las confrontaciones se barruntan.