OTEANDO
Galán: promesa para Colombia
La República de Colombia, como muchos países hoy, ha vivido ya la experiencia política de gobiernos de derecha y de izquierda, a juzgar por la ascendencia ideológica de quienes han encabezado el ejecutivo. Por ejemplo, su actual presidente tiene ascendencia izquierdista. Pero, en la actualidad, Colombia vive -algunos afirman que padece, pero siempre será cuestión de perspectivas- la gestión de un gobierno atrapado en la indefinición ideológica de su desempeño, seguramente por la inercia que a la concreción de un proyecto de izquierda hace el tablero geopolítico mundial, y el propio descrédito que acusa por su inviabilidad en un mundo decididamente capitalista.
En un escenario donde Gustavo Petro ha caído a un 26% en la estima pública, parece urgente que surja una propuesta política que se corresponda con los anhelos del pueblo colombiano de ir al encuentro de un modelo político más prometedor y acorde con su idea de bienestar y progreso. Esa opción parece que ya existe. En la noche del miércoles pasado asistí al conversatorio sobre Derechos Económicos y Sociales, realizado en el Centro León por el Defensor del Pueblo, mi amigo e intelectual Pablo Ulloa, junto a Juan Manuel Galán, presidente de Nuevo Liberalismo, partido político colombiano fundado por su padre, Luis Carlos Galán, en 1979, vilmente asesinado por su férrea lucha contra el narcotráfico y ante las grandes posibilidades de alcanzar la presidencia que tuvo entonces.
Al terminar el evento, fui invitado a compartir la cena que en honor de Galán organizó el Defensor del Pueblo. Allí tuve la honrosa oportunidad de compartir con Galán y su esposa, la culta y atenta doña María Milena García, y con su asistente Stephanie. Quedé sorprendido ante la desenvuelta autoridad con que este joven colombiano enfoca los problemas de su país, su destreza para parangonarlos con los que son prioritarios en la agenda política y económica mundial y, sobre todo, sus propuestas para reconducir a Colombia hacia los senderos de ese “Nuevo Liberalismo” sobre el que me atreví a preguntarle si encierra una meta sincera de reformular el ideal democrático liberal en su concepción y desempeño, a lo que no solo respondió afirmativamente, sino que, con su respuesta, me demostró una comprensión holística de los desafíos que afronta el Estado de hoy y, algo mejor, que tiene recetas que devendrían eficaces para conjurarlos con éxito.
Celebro haberlo conocido, porque restauró en mí la idea de que no todo está perdido. Te auguro éxitos, Juan Manuel, seguramente tu país espera por ti.