Desde mi pluma

Agonía

Es perturbadora la cantidad de denuncias de desapariciones en República Dominicana, sin contar con la que nunca llegan a ser denunciadas. Una desgracia silente que sumerge en el dolor a quienes deben esperar por cualquier noticia, buena o mala, sobre su familiar.

El Estado dominicano no ha estado a la altura de las circunstancias. No ha sido diligente en el acompañamiento a los familiares, en el seguimiento y tratamiento de los casos.Urge un protocolo de respuesta ante estas eventualidades, urge más atención y priorización

Nadie está preparado para que un ser querido desaparezca. Pero ocurre. Sus familias les esperan y recuerdan, a veces incluso se culpan viéndose obligados a enfrentar un dolor inimaginable en solitario.

Entonces las autoridades no pueden bajo ninguna circunstancia, darle la espalda a esa realidad. Quizá no lo están haciendo realmente, pero las cifras de personas que llevan semanas, meses e incluso años sin conocerse su paradero, solo va en ascenso.

La buena voluntad de la población y los medios de comunicación no son suficiente apoyo para la búsqueda de estas personas. Mientras tanto, seguimos presenciando miles de historias sin final, con agonía eterna porque lo cierto es que muchos se quedan por el resto de sus vidas sin conocer el paradero de sus parientes.

La desaparición de una persona es una tragedia que nos afecta a todos. No seamos indiferentes. No hay un sentimiento más necesario en estos escenarios que la empatía, el ponerse en el lugar del otro, asumir su lucha y demandar respuestas a quienes tienen el deber de protegernos.