Desde mi pluma

Emergencia

En República Dominicana, el deterioro de los servicios de salud es una realidad desgarradora que afecta a todos los ciudadanos. Como alguien que experimentó recientemente las deficiencias de estos servicios, puedo decir que la situación es alarmante y merece una atención urgente.

Las áreas de emergencia de los centros de salud, tanto públicos como privados, están abarrotadas en todo momento.

La falta de personal médico, la escasez de recursos y la infraestructura obsoleta solo vuelven el ambiente más caótico y desesperante.

Esperar horas para recibir atención médica básica se ha convertido en la norma, pese a que para muchos, esta espera puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

El servicio en sí deja mucho que desear. La atención al paciente es deficiente, con personal médico y de enfermería sobrecargado y agotado, faltan especialistas, hace falta espacio. Y así podríamos seguir y seguir enumerando vicisitudes del sistema.

La brecha entre los servicios de salud pública y privada es abismal. Mientras que aquellos que pueden pagar por atención médica privada disfrutan de mejores instalaciones y atención, la mayoría de la población se ve relegada a un sistema público que no cumple con sus necesidades básicas de salud.

Esta situación perpetúa la desigualdad social y pone en peligro la salud y el bienestar de quienes no tienen acceso a servicios de calidad.

Urge que las autoridades dominicanas tomen medidas inmediatas para abordar esta crisis de salud de la que poco se habla y que lleva años agudizándose.

Y sí, todos hemos sido testigos de los esfuerzos por subsanar el problema, pero se puede y se debe hacer mucho más.

Como ciudadanos, debemos exigir un sistema de salud que brinde atención digna y accesible para todos.