VIVENCIAS
Transición del chaleco a lino
El pensamiento de Dios desciende hasta en las cosas más triviales, con mayor propensión cuando la soledad y el tedio hacen que alguien se preocupe por las malas hierbas que ahogan la buena semilla, con el desidioso panorama político, con las normas sociales impuestas por los tunantes que dormitan de placer con sus finas ocurrencias.
El buen humor es un signo de madurez, pero también lo es la ironía, recurso que, en la filosofía de Sócrates repetido por Platón, se libera al interlocutor de sus prejuicios y opiniones gratuitas, para que tome conciencia de su ignorancia.
Resulta en extremo sorprendente lo que sucede en un país donde los gubernativos tienden o aspiran a emular aquella novela de Charles G. Finney que data de 1935, llevada a la pantalla grande en 1964, bajo el sugestivo título 7 Faces of Dr. Lao (Las siete caras del Dr. Lao).
De estas circunstancias nace el hecho en una época dorada de la política, que los ganadores decidieron todos confeccionarse unos chalecos como accesorios al traje con un patrón de costura vintage. Desenlace: los sastres no alcanzaban para atender a tantos clientes.
Avanzando en el tiempo, ya con otra personalidad de marca de un partido político hizo su aparición el lino textil en las chacabanas que fue tanta la demanda de este que se agotó el producto. ¡Algo insólito!