MIRANDO POR EL RETROVISOR
¿Un opaco o brillante sol para la salud mental?
Una amiga me envió el pasado martes el enlace de un reportaje publicado por el diario digital argentino Infobae sobre un interesante programa de acogida para enfermos mentales, aplicado en Geel, ciudad perteneciente a Flandes, la región septentrional de Bélgica.
Según pude indagar en publicaciones de diversos medios de comunicación internacionales, se trata de un modelo de atención psiquiátrica que ha existido en Geel desde el siglo XIII.
En el siglo XIV, los residentes comenzaron a construir una iglesia para Santa Dimpna, considerada la patrona de los enfermos mentales, lo que motivó la llegada a ese municipio de peregrinos que procuraban asistencia por trastornos mentales y neurológicos.
Lo que comenzó como una práctica de acoger a peregrinos con enfermedades mentales, evolucionó a un sistema estructurado donde las familias reciben apoyo estatal y profesional del hospital psiquiátrico de la ciudad.
Y es así como la ciudad de Geel se ha hecho famosa por su singular modo de tratar a los enfermos mentales, a quienes integran en familias de acogida como si fueran miembros de ellas.
Geel se ha convertido en un atípico modelo de tratamiento psiquiátrico con enfoque comunitario, un anhelo de la Declaración de Caracas, emitida tras concluir hace 33 años en la capital venezolana la Conferencia sobre Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina, realizada del 11 al 14 de noviembre de 1990.
Recordamos que esa declaración sugirió a los países de la región dejar atrás la atención psiquiátrica convencional basada en el manicomio, ya que no permitía alcanzar objetivos compatibles con una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva.
República Dominicana fue uno de los primeros países de Latinoamérica que acogió la recomendación, eliminando el oprobioso manicomio del kilómetro 28 de la autopista Duarte, para dar paso a la construcción de un Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRSP), que diera un trato humano a los pacientes psiquiátricos.
Los principales argumentos de esa declaración fueron que sacar al enfermo de su comunidad y encerrarlo en un manicomio, provocaba una mayor discapacidad social y creaba condiciones desfavorables que ponían en peligro los derechos humanos y civiles del enfermo.
No solo se construyó el CRPS, inaugurado en agosto de 2016, sino que durante la gestión de Altagracia Guzmán Marcelino en Salud Pública se instalaron Unidades de Intervención en Crisis (UIC) en los principales hospitales del país para internamientos de corta estadía y se crearon los primeros hospitales de día, uno en el Francisco Moscoso Puello, y luego en febrero de 2019 el Centro de Rehabilitación Psicosocial y Desarrollo Humano (RESIDE), en la Nueva Barquita, una iniciativa del Despacho de la Primera Dama.
El Ministerio de Salud Pública también lanzó el Plan Nacional de Salud Mental 2019-2022, que contemplaba estrategias y programas de prevención, promoción, atención integral, rehabilitación e inclusión social de los pacientes.
Al ver ese efectivo sistema de acogida en Geel, hay que recordar que precisamente ese plan contemplaba el programa “Viviendas tuteladas”. Era la manera de promover el trabajo intersectorial para disponer de hogares de medio camino o viviendas tuteladas o protegidas para personas con trastorno mental crónico y bajo riesgo social grave, que no pueden reinsertarse en sus comunidades.
Llegué a visitar los primeros apartamentos seleccionados, en la Nueva Barquita, para esas viviendas tuteladas y protegidas, precisamente muy cerca de RESIDE, donde los pacientes con trastornos mentales pueden recibir consultas, terapias y medicamentos para su tratamiento. Esas viviendas se contemplaron como el complemento ideal para la recuperación de pacientes mentales crónicos, sin separarlos de su entorno.
El fenecido neurólogo británico Oliver Sacks, quien visitó Geel, citado por el diario “The New York Times” en un reportaje sobre el programa de acogida en esa ciudad, dijo al evaluarlo que la clave es aceptar la enfermedad mental como una particularidad individual y no como una discapacidad estigmatizante.
Sacks, según el periódico estadounidense, concluyó que Geel es la prueba de que “incluso quienes podrían parecer enfermos incurables, tienen la posibilidad de una vida plena y digna, con amor, seguridad y trabajo”.
Y para quienes podrían dudar de que familias sin conocimientos en la materia tengan la capacidad para lidiar con pacientes mentales crónicos, el francés Philippe Pinel, considerado el padre de la psiquiatría moderna, planteó que los granjeros de Geel han demostrado ser los médicos más competentes. Recordemos también que Erich Fromm, defensor del psicoanálisis humanista, se mostró abierto a datos y descubrimientos de las demás ciencias, a un psicoanálisis no reduccionista, de una sola óptica.
Y para muestra otro botón, a propósito de la temporada ciclónica que inicia el próximo 1º de junio, el protocolo diseñado para brindar asistencia psicosocial a personas afectadas por un desastre natural, contempla que la intervención inicial no requiere de un profesional de la conducta –podría ser un miembro de los organismos de respuestas-, aunque más tarde sí sea necesario el apoyo de un psicoterapeuta para ayudar a las personas a restaurar su equilibrio y adaptación psicosocial.
Un elemento positivo en la recién concluida campaña electoral es que la gran mayoría de candidatos a cargos legislativos han asumido la salud mental como una de sus prioridades.
Aunque si observé en sus programas de gestión legislativa que favorecen la construcción de grandes centros psiquiátricos, una manera de seguir apostando a la centralización de los servicios y al aislamiento del enfermo, contrario a la sugerencia de expertos que abogan por la atención en salud mental con un perfil comunitario.
La intención de reabrir el manicomio y construir otros grandes centros se basa en el errado criterio de que los enfermos mentales deambulantes afean las ciudades y son personas peligrosas que deben estar recluidas en instituciones psiquiátricas.
Como ha explicado el ex director de Salud Mental, Ángel Almánzar, una asistencia en esa área con enfoque comunitario permitirá desarrollar el potencial y capacidades del enfermo, dentro de su ambiente y contexto, y propiciaría una real humanización de la atención en salud mental, centrada en la persona y no en la enfermedad.
Si retomamos aquí el programa “Viviendas tuteladas” podríamos ufanarnos de tener un sistema de acogida para enfermos mentales modelo para el mundo, como los vecinos de Geel.
El escritor español Eduardo Marquina resumió su libro sobre la guerra entre flamencos y españoles con el título “En Flandes se ha puesto el sol”, pero en Geel, se mantiene brillante en materia de asistencia en salud mental.
Con el programa viviendas tuteladas, aquí podríamos sentirnos tan orgullosos como en Geel, y proclamar con satisfacción que en “En República Dominicana ha salido el sol” para un segmento de la población tan marginado y olvidado.