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En víspera de unas elecciones, recordando otras dramáticas

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MARINO VINICIO CASTILLO R.

En fecha 22 de Mayo de 1986, dí a conocer en Folleto mi Carta de Vincho Castillo a Jacobo Majluta; ésto en ocasión de Recursos interpuestos por el Partido Revolucionario Dominicano y La Estructura, en las elecciones de la fecha.

Eran momentos difíciles y recordaba las espectaculares y peligrosas del año ´78, en las cuales encabezara la defensa del Partido Reformista, de entonces, en una experiencia dura, pues pasé a ser el hombre público “más vilipendiado”.

Mi madre, que falleció en el año ´80, una Madre Dolorosa que junto a mi recién fallecida esposa fueron ejes prodigiosos que me permitieron combatir ardientemente, con honor y coraje, contra un inmenso alud de dicterios.

recordando otras dramáticas

recordando otras dramáticas

En el ´86, al sobrevenir la nueva crisis, me dispuse a animar pública y abiertamente al candidato del Partido Revolucionario Dominicano a que impugnara, pues, a su decir, eran “obra de fraudes escandalosos”. En el Folleto relato todas las azarosas vicisitudes de aquel año ´78.

Todos mis amigos se sorprendieron de que alentara unas impugnaciones en desmedro del “triunfo” que tan febrilmente celebraba el balaguerismo.

“¡Cómo, Vincho! ¿Tú, que te echaste al hombro la causa nuestra? “Vincho, no esperábamos una iniciativa como esa, tan mortificante. No te perdonará el Reformismo, y mucho menos el Viejo.”

Escribo para los jóvenes: Se equivocaban medio a medio mis críticos, algunos, intrigantes profesionales. Yo, en cambio, sabía del respeto que merecía de su parte y reproduzco hoy, bien adrede, lo que el Viejo escribiera en el prólogo de la obra “Al Cabo de los 100 Años”, de don Rafael Augusto Sánchez, y refiriéndose al autor, dijo:

“En las generaciones posteriores a la suya, sólo dos juristas dominicanos han rivalizado con él en la fuerza del pensamiento y en la originalidad de sus enfoques geniales: Manuel Arturo Peña Batlle y Marino Vinicio Castillo. El primero desaparecido a destiempo y el último en plenitud actualmente de su ascenso como figura estelar de la tribuna forense dominicana.”

En efecto, al más venenoso de los correvediles, le respondió: “Respeto su posición, porque tiene todo el derecho de poner a prueba un partido con el que se enfrentó cuando ninguno de ustedes apareciera.”

No hubo impugnaciones, propiamente, en el ´86, pero defiendo las mías detallando lo que tuvo de viacrucis, más para mi madre que para mí, abogado de raza, acostumbrado a ser enconado contendiente.

Ese Folleto será incorporado a una edición de decenas de conferencias, discursos y artículos míos.

Pero bien, ¿por qué recuerdo ésto en vísperas de las actuales elecciones? Porque, aunque son menos riesgosas las circunstancias que aquellas, tan tremendas, no se está en presencia de “cualquier cosa”.

Se introdujo una instancia inconcebible; se propuso a la Junta Central Electoral conocer en juicio sus demandas; ésto es, los propios Jueces decidirían si “1,510 Presidentes de Juntas deben ser sustituidos conjuntamente con los secretarios respectivos”, alegadamente porque no merecen ser mantenidos en sus posiciones por una especie de macrocrimen de fraudes en Febrero.

Es difícil encontrar otra especie de demanda tan audaz; saben bien los demandantes cuáles serían los efectos, a lo Chernobil; arruinaría todo intento de proceso electoral a futuro, pues se derrumbaría todo, dado que la Junta que se pone a juzgar es la misma que convalidó los resultados.

Parecería una “broma del diablo”, pero así fue planteada. La Junta sólo ha hecho trascender lo siguiente: Que sustituyó a 640 presidentes y 569 secretarios de Colegios eEectorales. Desde luego, no se sabe si por fallo o motu proprio.

En todo caso, ésto es penoso. La iniciativa, lejos de ser tranquilizadora, puede favorecer la idea de la emboscada y un Golpe de Estado amarrado cual bomba de racimo, pues los demandantes, si no ganan, como se dice, le harán la vida imposible a la gobernabilidad, tal como se hacía frente a Balaguer. Inexplicablemente, sería su ayuda esa decisión administrativa, de cuyos fundamentos no se sabe. El limbo peligroso de siempre.

No sé decir bien lo que pienso, sin embargo, leo el Folleto de mi Carta a Jacobo: 55 días de audiencias tórridas; mis conclusiones de celebrar elecciones complementarias sólo en 6 provincias, donde el trastrueque en violación del Registro Electoral que se estrenaba había sido más escandaloso y el tristemente célebre “Fallo Histórico”, que sin ordenar nuevas elecciones complementarias les daba a 4 candidatos perdedores sus curules en el Senado.

Se dijo que Balaguer necesitaba el control de la justicia, que entonces nacía allí; aunque se hablaba más de una guerra civil, más que posible, si se revisaba una mesa siquiera de las elecciones. Toda la culpa recayó sobre mí, que había pedido y aguardaba unas elecciones complementarias parciales.

Claro está, fui el más enojado y sorprendido, pero supe con exactitud lo que ocurriera: Un gobernante venezolano importantísimo le encomendó a un empresario azucarero, recién fallecido, una misión; éste, en compañía de los más altos niveles del mando de aquella leyenda de partido político, lograron auspiciar la traumática salida, a fin de evitar la amenazante guerra civil propuesta.

Repito estas cosas para los jóvenes; me alientan los recuerdos del gran Prócer, Angel María Liz, fundador del Organismo Electoral Supremo.

De manera especial traigo los episodios en tributo de mis dos inolvidables madres muertas, porque sin su respaldo moral no hubiera podido defender mi honra con tanto denuedo. A ellas les debo gratitud perpetua.

Dios proveerá la paz para fortuna nuestra. Es ese mi único ruego.

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