POLÍTICA Y CULTURA
De “espanto y brinco” ante las encuestas
Nunca antes en la vida electoral dominicana en tiempos de democracia real o ficticia, se hubo de manifestar en las mediciones electorales, una contundencia política de adhesión a un candidato presidencial de la magnitud de la que acompaña al Presidente Luis Abinader. De “espanto y brinco” ha sido la reacción de los opositores, quienes en su cuestionamiento político electoral no aceptan los resultados de las diferentes mediciones y evaluaciones, subordinadas a los comicios del próximo domingo 19 de mayo.
Ha quedado demostrado con creces, que el llamado ejercicio de Poder, de anteriores administraciones de Estado en democracia parcial o absoluta, no tuvo nunca la seguridad cuasi absoluta que posee la candidatura presidencial del presidente Abinader. La idea peregrina de responder con cientos de supuestas mediciones para rebatir a las diez más importantes firmas encuestadoras, muchas de ellas con crédito internacional, evidencia la debilidad del llamado frente opositor cuyo fárrago de ambiciones e intereses evidencia su extrema extenuación. Apolillados por ambiciones irrenunciables, ese tipo de liderazgo ha demostrado su impotencia absoluta para dirimir contradicciones temporales y unificarse en la praxis de la realidad concreta de posibilidades. Habría en algún interregno histórico que profundizar en el análisis sociológico y político, sujeto a las normas y códigos científicos del análisis, a la inserción de la realidad de hoy en torno a las ambiciones abigarradas del sujeto en la historia. Es comprensible y hasta cierto punto lógico, que el discurso electoral opositor, se diferencie del contexto avasallador de los pronósticos predominantes perjudiciales, pero de ahí a caer en la negación absoluta de la real correlación de fuerzas y simpatías, rumiando en algunos casos que lindan con la desesperación, incitando al desconocimiento potencial de los resultados, traveseando con una porcentaje electoral emocional, enrevesado de reacciones primarias, es preocupante. Ninguna democracia es perfecta pero alrededor de su mapa social y político gravita la responsabilidad como mandato de adecentar el debate y preservar los resultados electorales que expresan la voluntad popular.
Nuestra democracia consolidada en varias áreas de responsabilidad ciudadana está expuesta a un libertinaje verbal que ha habilitado la irrupción de la procacidad. Estar alertas significa adecentar y exigir en medio de las contradicciones políticas y sociales, respeto y consideración por el otro, ver la discrepancia como valor integral de la democracia. En una democracia se gana o se pierde, no se debe aferrar nadie a la idea de que cualquier desventaja en sus aspiraciones obedece a planes supuestos o maléficos de fuerzas oscuras y antidemocráticas. Luis Abinader ha aplicado desde el Estado un modelo de gobernabilidad dentro de las leyes del sistema democrático que nos rige con decencia y pulcritud, con una dinámica impresionante, con una probidad admirable, con una juventud beligerante en la mejor de las acepciones. Con un modelo familiar que repone en el imaginario popular el entorno familiar y los valores sociales.
En medio de problemas seculares, luchando a brazo partido para mantener la economía dominicana en tránsito altamente satisfactorio, insomne en parte importante del descanso nocturno, para seguir fijando responsabilidades sobre el destino nacional, dispuesto a enmendar cualquier error, solícito frente a las demandas sociales y los conflictos heredados desde más de una centuria, defensor de los bienes patrios y de la soberanía nacional. Vamos a reelegir en democracia, al Presidente Abinader, como opción saludable y querida por las mayorías nacionales.