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mirando por el retrovisor

Si se calla el cantor, hablan las plataformas digitales

Grupos de Medios Panorama y Somos Pueblo Media decidieron organizar un debate presidencial con los candidatos de partidos políticos alternativos, paralelo al que tiene pautado la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) con los aspirantes de partidos mayoritarios.

Los presidentes de ambos grupos, Miguel Medina y Ricardo Ripoll, han informado que “El verdadero debate”, como han llamado a su iniciativa, se realizará el miércoles 17 de abril, de 7:00 a 10:00 de la noche.

Considero un gran servicio a la consolidación de la democracia que también esos candidatos tengan la oportunidad de mostrar al electorado su visión de lo que debería ser el Estado dominicano y las propuestas que tienen para concretizar ese anhelo.

Cuando ANJE anunció su debate presidencial, en su mensaje de aceptación, uno de los invitados, Abel Martínez, representante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), propuso que no fuera excluyente y que se invitara a los demás aspirantes de partidos alternativos.

Lamentablemente, un gremio integrado por empresarios jóvenes, el más llamado a romper con esos paradigmas que ha impuesto la élite empresarial tradicional, decidió mantener restringida la participación en su debate, privando a los votantes de escuchar en ese escenario otras voces con una visión diferente a la que tiene el también liderazgo político tradicional.

Otros gremios empresariales y también las universidades tan llamadas a propiciar la pluralidad y el debate enriquecedor de las ideas, persisten en la actitud de dar cabida exclusivamente a los cantos de sirena que los viejos partidos del sistema aspiran a inocular hasta en los tuétanos de los electores.

Hace unos días comenté en mis redes sociales la satisfacción de ver a tantos jóvenes preparados incursionando en la política, pero mucho más cómo han tenido la oportunidad de exponer sus propuestas en diversas plataformas digitales.

Incluso medios tradicionales de comunicación, tan renuentes como esos empresarios en el pasado a abrir las puertas de sus redacciones a los políticos emergentes, han propiciado un valioso ejercicio de participación que ha enriquecido el debate con miras a la consulta electoral del próximo 19 de mayo.

En Listín Diario, el medio donde laboro, he visto incluso las interesantes comparecencias de candidatos a la vicepresidencia de la República, quienes siempre han sido tratados como segundones y figuras decorativas de los presidenciables.

Ese enriquecedor debate que observamos en medio del actual proceso electoral se debe esencialmente a la ruptura del monopolio de la información que antes era potestad de la radio, televisión y prensa escrita. Es el resultado, sin dudas, de la democratización de la información, incluso con el aporte popular del llamado “periodismo ciudadano”. Ya cualquier ser humano, por insignificante que parezca, puede desatar una “viralización” al grabar con su celular cualquier acontecimiento de interés en las vías públicas.

El mundo cambió con el auge de las modernas tecnologías y la forma de comunicar también. Lo que antes permanecía oculto por la influencia de los intereses políticos y económicos, hoy se debate abiertamente en diversas plataformas digitales.

Por esa razón hay que tener mucho cuidado con el anteproyecto de Ley de Libertad de Expresión, Medios Audiovisuales y Plataformas Digitales, presentado la semana pasada por el presidente Luis Abinader, con el cual se procura actualizar la Ley 6132 de Expresión y Difusión del Pensamiento y el obsoleto reglamento 824 de Espectáculos Públicos y Radiofonía.

El propósito, según ha adelantado la comisión consultiva creada por el presidente Abinader mediante el decreto 333-22, es crear nuevos dispositivos legales, acordes con la transformación del ecosistema de la comunicación en el presente siglo.

El anteproyecto de ley, que pronto será depositado en el Congreso Nacional, debe someterse en ese escenario a un examen amplio y variado, sin las exclusiones que ahora se observan precisamente en los debates presidenciales.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos plantea en su artículo 19 que “Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones”, salvo ciertas restricciones que deberán fijarse por ley exclusivamente para “asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás y la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas”.

Esa propuesta legislativa debe ser para adecentar los contenidos que se difunden por las diversas plataformas digitales, jamás para coartar a quienes dicen lo que otros callan, tergiversan o manipulan.

A principios de la década del 70 del siglo pasado, el compositor argentino Horacio Guarany escribió su emblemática canción “Si se calla el cantor”, popularizada por su compatriota Mercedes Sosa y el cantante español Camilo Sesto.

Su composición fue una respuesta a los intentos de las dictaduras en su país y en el resto de Latinoamérica de acallar a los inconformes con regímenes que imponían el silencio a sangre y fuego.

Algunos estribillos del tema musical dicen “Que ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz en las tribunas, por el que sufre, por el que no hay ninguna razón que lo condene a andar sin manta”. Y añade: “Debe el canto ser luz sobre los campos, iluminando siempre a los de abajo. Que no calle el cantor, porque el silencio cobarde apaña la maldad que oprime”.

La realidad actual en materia de comunicación no resiste esos intentos de censurar y apañar, sin importar el ámbito, porque si se calla el cantor, entonces hablan las plataformas digitales.

Porque como reza la canción, la vida misma es toda un canto, un canto que ahora encuentra resonancia en redes sociales y otras plataformas de internet, con debates sin privilegios ni exclusiones.