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Se lo buscaron

De manera unilateral y desconociendo no solo lo establecido en el Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje (TPAA), con República Dominicana del 1929, sino también las reiteradas advertencias sobre los inconvenientes de la construcción de una obra de trasvase al fronterizo río Dajabón, los haitianos pusieron en funcionamiento su canal.

Una infraestructura que aparte del consenso obligatorio que establece el TPAA para este tipo de iniciativas, tampoco contó con las rigurosidades técnicas ni mucho menos las precauciones para la no afectación a más de 14 mil tareas que aguas abajo son irrigadas en ambos lados de la frontera.

De nada sirvieron las gestiones bilaterales que desde 2021 hacía la diplomacia nacional ni las multilaterales impulsadas en escenarios de carácter mundial como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ni regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pero tampoco las presiones fronterizas, comerciales y migratorias realizó el Gobierno para hacer entrar en razón a los haitianos, que en medio de una profunda crisis, con enfrentamientos y violencia a todo nivel, en lo único que han sabido ponerse de acuerdo ha sido en la construcción del desafortunado desvío.

Y ante el atropello, la respuesta del Gobierno para garantizar el agua a más de 265 agricultores dominicanos, ha sido activar un sistema de bombeo en una zona previa a la construcción que la ha dejado prácticamente seca.

Una acción nacionalista y tomada en respuesta a una agresión consumada como podrán comprobar las instancias de arbitraje, que no violenta el TPAA porque usa pero regresa el caudal al cauce del río y que es la consecuencia a la cerrazón de un Estado fallido.